miércoles, 26 de noviembre de 2014

NO SEAS DE LOS QUE DICEN UNA COSA Y HACEN OTRA

Todos somos débiles, lo admito, pero el Señor ha puesto en nuestras manos los medios con que poder ayudar fácilmente, si queremos, esta debilidad. Algún sacerdote querría tener aquella integridad de vida que sabe se le demanda, querría ser continente y vivir una vida angélica, como exige su condición, pero no piensa en emplear los medios requeridos para ello: ayunar, orar, evitar el trato con los malos y las familiaridades dañinas y peligrosas.

Algún otro se queja de que, cuando va a salmodiar o a celebrar la misa, al momento le acuden a la mente mil cosas que lo distraen de Dios; pero éste, antes de ir al coro o a celebrar la misa, ¿qué ha hecho en la sacristía, cómo se ha preparado, qué medios ha puesto en práctica para mantener la atención?

¿Quieres que te enseñe cómo irás progresando en la virtud y, si ya estuviste atento en el coro, cómo la próxima vez lo estarás más aún y tu culto será más agradable a Dios? Oye lo que voy a decirte. Si ya arde en ti el fuego del amor divino, por pequeño que éste sea, no lo saques fuera en seguida, no lo expongas al viento, mantén el fogón protegido para que no se enfríe y pierda el calor; esto es, aparta cuanto puedas las distracciones, conserva el recogimiento, evita las conversaciones inútiles.

¿Estás dedicado a la predicación y la enseñanza? Estudia y ocúpate en todo lo necesario para el recto ejercicio de este cargo; procura antes que todo predicar con tu vida y costumbres, no sea que, al ver que una cosa es lo que dices y otra lo que haces, se burlen de tus palabras meneando la cabeza.

¿Ejerces la cura de almas? No por ello olvides la cura de ti mismo, ni te entregues tan pródigamente a los demás que no quede para ti nada de ti mismo; porque es necesario, ciertamente, que te acuerdes de las almas a cuyo frente estás, pero no de manera que te olvides de ti.

Sabedlo, hermanos, nada es tan necesario para los clérigos como la oración mental; ella debe preceder, acompañar y seguir nuestras acciones: Salmodiaré -dice el salmista- y entenderé. Si administras los sacramentos, hermano, medita lo que haces; si celebras la misa, medita lo que ofreces; si salmodias en el coro, medita a quién hablas y qué es lo que hablas; si diriges las almas, medita con qué sangre han sido lavadas, y así hacedlo todo con espíritu de caridad; así venceremos fácilmente las innumerables dificultades que inevitablemente experimentamos cada día (ya que esto forma parte de nuestra condición); así tendremos fuerzas para dar a luz a Cristo en nosotros y en los demás.

Fuente: Del sermón pronunciado por san Carlos Borromeo en el último sínodo
(Acta Ecclesiae Mediolanensis, Milán 1599, 1177-1178)



¡AY DEL ALMA EN LA QUE NO HABITA CRISTO!


Así como en otro tiempo Dios, irritado contra los judíos, entregó a Jerusalén a la afrenta de sus enemigos, y sus adversarios los sometieron, de modo que ya no quedaron en ella ni fiestas ni sacrificios, así también ahora, airado contra el alma que quebranta sus mandatos, la entrega en poder de los mismos enemigos que la han seducido hasta afearla.

Y del mismo modo que una casa, si no habita en ella su dueño, se cubre de tinieblas, de ignominia y de afrenta, y se llena de suciedad y de inmundicia, así también el alma, privada de su Señor y de la presencia gozosa de sus ángeles, se llena de las tinieblas del pecado, de la fealdad de las pasiones y de toda clase de ignominia.

¡Ay del camino por el que nadie transita y en el que no se oye ninguna voz humana!, porque se convierte en asilo de animales. ¡Ay del alma por la que no transita el Señor ni ahuyenta de ella con su voz a las bestias espirituales de la maldad! ¡Ay de la casa en la que no habita su dueño! ¡Ay de la tierra privada de colono que la cultive! ¡Ay de la nave privada de piloto!, porque, embestida por las olas y tempestades del mar, acaba por naufragar. ¡Ay del alma que no lleva en sí al verdadero piloto, Cristo!, porque, puesta en un despiadado mar de tinieblas, sacudida por las olas de sus pasiones y embestida por los espíritus malignos como por una tempestad invernal, terminará en el naufragio.

¡Ay del alma privada del cultivo diligente de Cristo, que es quien le hace producir los buenos frutos del Espíritu!, porque, hallándose abandonada, llena de espinos y de abrojos, en vez de producir fruto acaba en la hoguera. ¡Ay del alma en la que no habita Cristo, su Señor!, porque, al hallarse abandonada y llena de la fetidez de sus pasiones, se convierte en hospedaje de todos los vicios.

Del mismo modo que el colono, cuando se dispone a cultivar la tierra, necesita los instrumentos y vestiduras apropiadas, así también Cristo, el rey celestial y verdadero agricultor, al venir a la humanidad desolada por el pecado, habiéndose revestido de un cuerpo humano y llevando como instrumento la cruz, cultivó el alma abandonada, arrancó de ella los espinos y abrojos de los malos espíritus, quitó la cizaña del pecado y arrojó al fuego toda la hierba mala; y, habiéndola así trabajado incansablemente con el madero de la cruz, plantó en ella el huerto hermosísimo del Espíritu, huerto que produce para Dios, su Señor, un fruto suavísimo y gratísimo.

Fuente: De las Homilías atribuidas a san Macario, obispo (Homilía 28: PG 34, 710-711)

viernes, 24 de octubre de 2014

PRIMERO DIOS, LUEGO EL CÉSAR

Un importante tema de las Historias del Antiguo Testamento es la forma en que Israel, el pueblo de Dios, se relacionó con los países que lo rodeaban. El pueblo de la alianza no debía seguir las prácticas idólatras de esos países. Después de todo, Israel había recibido los beneficios de la ley revelada por Dios, mientras que los demás países no la recibieron.
Sin embargo, algo que los Israelitas sí querían imitar era que los demás países tenían un rey. Hubo un momento en que exigieron al profeta Samuel: "¡Danos un rey!" Cuando consultó con el Señor, se le dijo a Samuel: "Han pedido un rey --- vamos a darles un rey." Pero Dios también les dió esta advertencia esencial: ¡.Tanto el pueblo como su rey tienen un rey en el cielo! El bienestar de la nación entera depende de la obediencia que tanto el rey como su pueblo presten al Rey del Cielo. (Ver 1 Samuel 8:1-22 y 12:13-15.)

El Señor Jesús expresó el mismo tema en Mateo 22:15-22. Cuando alguien le preguntó si debían pagarse los impuestos al Cesar, Jesús preguntó de quien era la imagen e inscripción grabadas en las monedas. "Del César" fue la respuesta. El Señor dijo entonces: " Dad, pues, al César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios" (Mateo 22:21).

La moneda pertenece al César pues lleva la imagen del César. Los seres humanos pertenecen a Dios, ¡ pues llevan la imagen de Dios! La implicación de este pasaje es que "Lo que le pertenece a Dios " incluye al propio Cesar, y ¡ el Cesar debe obedecer a Dios!

Tanto el pasaje de 1 Samuel como el del Evangelio de San Mateo nos enseñan lo que el Concilio Vaticano Segundo comentó extensamente, (1) es decir que la separación entre Iglesia y estado no significa separación entre Dios y el estado. Si el estado se separa de Dios, se desintegra. Aunque la Iglesia no tiene una misión política, sí tiene una responsabilidad política: dar testimonio de las verdades morales sin las cuales el bien común -- que es el objeto para crear los gobiernos -- no puede sobrevivir. Estas son verdades morales básicas que van más allá de las creencias de cualquier denominación. Precisamente por ser verdades, deben servir de base para las políticas oficiales.

No sólo los individuos tienen la obligación de obedecer a Dios, sino también los gobiernos. Es más, el Pueblo de Dios no pierde su ciudadanía en la tierra por ser ciudadanos del cielo (Ver Filisteos 3:20). En todo caso, nuestra creencia en el cielo hace que nuestro interés en la tierra aumente en lugar de disminuir. ¿Por qué? Porque todo el bien que hacemos en la tierra no se pierde en el otro mundo, sino, más bien permanece y crece. (2) La vida y las actividades humanas perduran en la próxima vida, y por eso tienen tanta importancia para nosotros hoy en día.

Los Cristianos tienen la obligación de intervenir activamente en la política, de inscribirse y votar, (3) de cabildear y educar a los candidatos y funcionarios electos, y de hablar de los problemas que afectan el bienestar público. Los Obispos de los Estados Unidos lo han expresado con hermosas palabras: "En la tradición católica la ciudadanía es una virtud; la participación en el proceso político es una obligación. No somos una secta apartada del mundo, somos una comunidad de fieles llamados a renovar la faz de la tierra." (4) La Iglesia no prepara las urnas para votar, pero cuando nosotros vamos a las urnas seguimos siendo miembros de la Iglesia. Si no moldeamos las políticas oficiales de acuerdo con las verdades morales, ¿para qué vamos a creer en la verdad moral?

Este es el momento, y he aquí el reto. No podemos seguir pensando que nuestra religión es tan solo "cuestión personal". N. S. Jesucristo enseñó en público y fue crucificado en público. Ahora resucitado, El nos coloca en la palestra pública y nos ordena hacer discípulos en todas las naciones (Mateo 28:18-20). No podemos fallarle ni a El ni a nuestra nación.

(1) Constitución Pastoral de la Iglesia en el Mundo Moderno (Gaudium et Spes), Concilio Vaticano Segundo, 7 de diciembre de, 1965, #36-45, 73-76.

(2) Gaudium et Spes #39

(3) Gaudium et Spes #75 Responsabilidad Política (Reflexiones sobre las Elecciones de 1996 por la Junta Administrativa de la CCEU), 1995, p.3.

(4) Responsabilidad Política, p. 7.

Fuente: Revdo. Padre Frank Pavone
Director Nacional
Sacerdotes pro vida

TESTIMONIO DE ABORTO ABORTADO

Imagen por: Caminocatólico


Cuando se habla del aborto, siempre se procura hacer desde la abstracción pero se evita ver que es lo que se quiere eliminar. Quizá este testimonio ejemplifica que es lo que se mata en un aborto Mi nombre es Gianna Jessen. Tengo 19 años de edad. Soy originaria de California pero ahora vivo en la ciudad de Franklin, en Tennessee. Soy adoptada y sufro de Palasia Cerebral. Mi madre biológica tenía 17 años y 7 meses y medio de embarazo cuando decidió abortarme por el proceso de inyección de agua con sal. Yo soy la persona que ella aborto. Viví en vez de morir.

Mi madre estaba en la clínica y esperaron el aborto hasta las 9 de la mañana. Afortunadamente para mi, el abortista no estaba en la clínica al yo nacer a las 6 de la mañana del 6 de Abril de 1977. Me apresure. Estoy segura de que de si él hubiera estado allí, yo no estaría aquí hoy, ya que su trabajo es terminar la vida, no sostenerla. Hay quien dice que soy un "aborto fracasado", el resultado de un trabajo mal hecho.

Hubo varios testigos de mi entrada a este mundo. Mi madre biológica y otras muchachas jóvenes que también esperaban en la clínica su turno para abortar fueron las primeras en saludarme. Me dicen que este fue un momento lleno de histeria. Luego hubo una enfermera que aparentemente llamo al servicio médico de emergencia. Estos me llevaron al hospital; donde permanecí casi tres meses.

No había mucha esperanza para mi al principio: pesaba solamente 3 libras (6.6 kg) . Hoy día niños aun mas pequeños han sobrevivido. Un doctor dijo que yo tenía un gran deseo de vivir y que luchaba por mi vida.

Eventualmente, pude salir del hospital y fui colocada bajo el cuidado de familias adoptivas. Me diagnosticaron la palasia cerebral como resultado del aborto. Le dijeron a mi madre adoptiva que era muy dudable que yo alguna vez siquiera pudiera gatear o caminar. No me podía sentar por mi misma. A través de la oración y dedicación de mi madre adoptiva, y mas tarde de mucha otra gente, eventualmente aprendí a sentarme, a gatear y a pararme. Con la ayuda de soportes en las piernas logre caminar un poco antes de cumplir los 4 años.

Diana De Paul, la hija de mi madre adoptiva, me adopto legalmente unos meses más tarde; el departamento de servicios sociales no lo permitió antes. He continuado con terapia, y después de 4 cirugías ahora puedo caminar sin ayuda.

No es siempre fácil; a veces me caigo, pero he aprendido a hacerlo con gracia después de 19 años.

Estoy contenta de estar viva. Casi morí. Cada día le doy gracias a Dios por la vida. No me considero un producto secundario de la fecundación. un montón de células, o ninguno de los títulos dados a los niños antes de nacer. No creo que ninguna persona concebida es ninguna de esas cosas. He conocido a otros sobrevivientes de aborto y todos están agradecidos por la vida. Hace solo unos meses conocí a otra sobreviviente de un aborto por inyección salina. Su nombre es Sara y tiene dos años. Ella también sufre de palasia cerebral, pero su diagnóstico no es bueno. El abortista, ademas de inyectar a la madre, también inyecta al bebe. Sara recibió la inyección en la cabeza; yo vi el lugar donde la inyectaron. Al hablar lo hago no solo por mi, sino también por otros que, como Sara, aun no pueden hacerlo y por los sobrevivientes. Hoy día un niño es un niño solo cuando es conveniente. Es otra cosa cuando el momento no es el adecuado. Un niño sigue siendo un niño si la madre sufre un accidente a los dos, tres o cuatro meses. Cuando es abortado, es llamado un montón de células. ¿Que es eso? Yo no veo ninguna diferencia. ¿Que ven ustedes?

Muchos cierran sus ojos.... Lo mejor que tengo para enseñarles a defender la vida es mi propia vida. Ha sido un gran regalo. 

La matanza no es la solución a ninguna duda o situación. ¡Muéstrenme como puede serlo!

Hay una frase grabada en el techo de uno de nuestros edificios que dice:
'Lo que es malo en lo moral, lo es también en lo político' Estamos derramando la sangre del inocente. América está destruyendo su futuro. Toda vida es tiene valor. Es un regalo de nuestra herencia. Debemos recibir con gozo y cuidad los regalos recibidos.

Debemos honrar el derecho a la vida.

Fuente: Priestsforlife.org 

LA ENSEÑANZA BÍBLICA FRENTE AL ABORTO


La Biblia enseña claramente que el aborto está mal. Esta enseñanza sale a relucir de muchos modos y por muchas razones. Algunas personas señalan que la palabra "aborto" no aparece en la Biblia, y tienen razón. Sin embargo, la enseñanza sobre el aborto sí aparece. Este mismo es el caso de otras enseñanzas. La palabra "Trinidad" no aparece en la Biblia, pero las enseñanzas sobre la Trinidad sí. En cualquier caso, alguien que quiera negar la enseñanza de la Biblia con respecto al aborto, la negaría aunque la palabra no apareciera en ella.

Miremos algunas de las razones bíblicas por las cuales el aborto, la destrucción directa de un niño en el vientre materno es tan terrible.

1) La Biblia enseña que la vida humana es distinta de los otros tipos de vida, ya que los seres humanos están hechos de acuerdo a la imagen misma de Dios.

Las narraciones de la creación del hombre y la mujer que aparecen en el Génesis (Génesis 1:26-31; 2:4-25) nos dicen lo siguiente: "Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó." (Génesis 1:27).

La palabra "crear" se utiliza aquí tres veces enfatizando un momento culminante dentro del proceso de Dios, haciendo al mundo y todo lo que éste contiene. Al hombre y a la mujer se les concede "dominio" sobre todo lo demás en el mundo visible.

Ni tan siquiera el pecado original puede quitar de los seres humanos la imagen de Dios. Santiago se refiere a esta imagen, diciendo que debido a ella ni siquiera deberíamos hablar mal los unos de los otros. "Con ella (la lengua) bendecimos a Dios Padre, y con ella maldecimos a los hombres hechos a imagen de Dios...Hermanos, no puede ser así." (Santiago 3:9-11).

¡La imagen de Dios! ¡Esto es lo que significa ser un ser humano! No somos unas simples células que han sido unidas al azar por unas fuerzas impersonales, ajenas a nosotros. Más bien, reflejamos auténticamente a un Dios eterno que nos conocía antes de que fuésemos hechos, y que a propósito nos llamó a la existencia.

En el corazón mismo de la tragedia del aborto, surge de los Salmos la pregunta: Señor, "¿quién es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo de Adán para que de él cuides?...coronándolo de gloria y grandeza; le entregaste la obra de tus manos" (Salmo 8:5-7).

Es ahí en donde está la clave. Dios no sólo nos hizo, sino que nos valora. La Biblia nos habla de un Dios que está locamente enamorado de nosotros, hasta el punto de que se convirtió en uno de nosotros e incluso murió por nosotros, mientras que nosotros le seguíamos ofendiendo (ver Romanos 5:6-8). Frente a esto, ¿podemos decir que los seres humanos son desechables, como un carro, que son más los problemas que causa que lo que vale? "Dios no hace basura." Quien cree en la Biblia, tiene que creer que la vida humana es sagrada, ¡más sagrada de lo que jamás nos habíamos imaginado!

2) La Biblia enseña que los niños son una bendición.

Dios ordenó a nuestros primeros padres: "Sean fecundos y multiplíquense" (Génesis 1: 28). ¿Por qué? Dios mismo es fecundo. El amor siempre desemboca en la vida. Cuando la primera madre trajo al mundo al primer niño, exclamó: "Gracias a Yavé he podido tener un hijo" (Génesis 4:1). La ayuda del Señor es esencial, ya que Él tiene dominio sobre la vida humana y el origen de ésta. Los padres cooperan con Dios en traer una nueva vida al mundo. Debido a que todo este proceso está bajo el dominio de Dios, es un pecado interrumpirlo. El profeta Amós condena a los amonitas, "Porque ellos al extender sus dominios abrieron el vientre de las mujeres encintas de Galaad" (Amós 1:13). "Son los hijos regalo del Señor, es el fruto del vientre premio suyo" (Salmo 127:3).

3) La Biblia enseña que el niño en el vientre es un niño verdaderamente humano, quien tiene incluso una relación con el Señor.

La frase "quedó embarazada y dio a luz" es utilizada en repetidas ocasiones (ver Génesis 4:1,17), y el individuo tiene la misma identidad tanto antes como después del nacimiento. "Pecador desde el seno de mi madre" expresa el salmista arrepentido en Salmo 51:7. La misma palabra es utilizada para el niño antes y después de nacido (Brephos, es decir, "niño," es utilizada en Lucas 1:41 y en Lucas 18:15).

Dios conoce al niño no nacido. "Me tejiste en el seno de mi madre...mis huesos no escapaban a tu vista cuando yo era formado en el secreto" (Salmo 139:13,15). Dios, además, ayuda y llama al niño no nacido. "Me entregaron a Ti apenas nacido, Tú eres mi Dios desde el seno materno" (Salmo 22:11). "Hasta que me llamó por su mucho amor el que me había elegido desde el seno de mi madre" (Gálatas 1:15).

4) La Escritura en repetidas ocasiones condena la matanza de los inocentes.

Esto fluye de todo lo que, hasta el momento, se ha visto. El dedo mismo de Dios escribe sobre piedra el mandamiento "No matarás" (Exodo 20:13; Deuteronomio 5:17) y Cristo lo reafirma (Mateo 19:18 -notar que Él primero menciona este mandamiento). El Libro del Apocalipsis afirma que los asesinos no pueden entrar en el Reino de los Cielos (Apocalipsis 22: 15).

La matanza de niños es condenada por Dios de manera particular a través de los profetas. En la tierra que Dios dió a ocupar a su pueblo, las naciones extranjeras tenían la costumbre de sacrificar en el fuego a algunos de sus niños. Dios dice a Su pueblo que ellos no deben tomar parte en este pecado. Sin embargo, sí lo hicieron, según lo narra el Salmo 106: "Sino que se mezclaron con ellos y los imitaron...Sacrificaron a sus hijos e hijas a los demonios. Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos e hijas, que sacrificaron a los ídolos de Canaán; la tierra quedó manchada de sangre" (Salmo 106:35, 37-38).

De hecho, este pecado de sacrificio de niños es mencionado como una de las principales razones por las cuales el Reino de Israel fue destruido por los asirios, y su gente llevada al exilio. "Sacrificaron a sus hijos e hijas por el fuego...entonces Yavé se enojó muchísimo y los arrojó lejos de su presencia" (2 Reyes 17:17-18).

Ni tan siquiera por la "libertad religiosa" puede ser tolerada la matanza de niños.

5) La Biblia enseña que Dios es un Dios de justicia.

Un acto de justicia es uno de intervención a favor de los indefensos, un acto de defensa para aquéllos que son demasiado débiles para defenderse a sí mismos. Al predecir al Mesías, el Salmo 72 dice: "Florecerá en sus días la justicia...pues librará al mendigo que reclame y al pobre que no tiene quién lo ayude" (Salmo 72:7,12). Jesucristo es nuestra justicia (1 Corintios 1:30) porque Él nos rescató del pecado y de la muerte cuando no teníamos a nadie que nos ayudara (ver Romanos 5:6; Efesios 2:45).
Si Dios hace justicia por Su pueblo, espera que éstos hagan justicia los unos por los otros. "Sean compasivos, como es compasivo el Padre de ustedes" (Lucas 6:36). "Vete tú y haz lo mismo" (Lucas 10:37). "Entonces, todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos" (Mateo 7:12). "Que se amen los unos a los otros" (Juan 15:17).

El aborto es totalmente contrario a estas enseñanzas. Es la justicia trastornada, invertida, puesta al revés. Es la destrucción de los indefensos en lugar de ser su rescate. Si el pueblo de Dios no interviene para salvar a aquéllos cuyas vidas están siendo atacadas, no están ni agradando ni adorándolo a Él.

Dios, a través de Isaías dice: "¿Por qué vienen a profanar mi templo? Déjense de traerme ofrendas inútiles...¡Ya no soporto más sacrificios y fiestas!...Cuando rezan con las manos extendidas, aparto mis ojos para no verlos; aunque multipliquen sus plegarias, no las escucho, porque hay sangre en sus manos. ¡Lávense y purifíquense!...aprendan a hacer el bien. Busquen la justicia, den sus derechos al oprimido, hagan justicia al huérfano y defiendan a la viuda" (Isaías 1:12-17).

En verdad, aquéllos que dicen adorar a Dios, y apoyan el aborto, están cayendo en la misma contradicción del antiguo pueblo de Dios, y necesitan escuchar el mismo mensaje.

6) Jesucristo prestó una especial atención a los pobres, a los despreciados, y a aquéllos a quienes la sociedad consideraba insignificantes.

El derrumbó las falsas barreras que las personas habían establecido entre sí, y en su lugar, reconoció la igualdad de la dignidad humana en todo individuo, a pesar de lo que la opinión general pudiera decir. En consecuencia, vemos que acoge a los niños, a pesar de los esfuerzos de los apóstoles por mantenerlos alejados (Mateo 19:13-15); a los cobradores de impuestos y a los pecadores, a pesar de las objeciones de los Escribas (Marcos 2:16); a los ciegos, a pesar de las advertencias de la multitud (Mateo 20:29-34); a una mujer extranjera, a pesar de la absoluta sorpresa de los discípulos y de la mujer misma (Juan 4:9,27); a los Gentiles, a pesar del enfado de los judiós (Mateo 21:41-46); a los leprosos, a pesar del aislamiento de éstos del resto de la sociedad (Lucas 17:11-19).

Cuando se trata de la dignidad humana, Cristo borra toda distinción. San Pablo declara: "Ya no hay diferencia entre quién es judío y quién es griego, entre quién es esclavo y quién es hombre libre; no se hace diferencia entre hombre y mujer. Pues todos ustedes son uno sólo en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28).

De ese mismo modo, nosotros podemos decir: "No hay ni nacido ni no nacido." El usar esta distinción como base para la valoración de la vida y de la protección que uno merece, no tiene sentido y constituye una ofensa para todo lo que la Escritura enseña. El niño no nacido es el sector más rechazado y discriminado de nuestra sociedad. Cristo mismo de seguro ha de tener un amor especial hacia ellos.

7) La Escritura nos enseña a amar.

San Juan nos dice: "Pues se les enseño desde el principio que se amen los unos a los otros. No imitemos a Caín, que mató a su hermano..." (1 Juan 3:11-12). El amor es el contraste directo de la matanza. Quitarle la vida a otro es romper con el mandamiento del amor. Fallar en ayudar a los que se encuentran en necesidad y en peligro es también fallar, en amar.

Cristo nos enseña ésto, claramente, en la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37), en la historia del hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31), y en muchos ostros lugares.

Ningún otro grupo de personas se encuentra en mayor peligro que los niños y niñas dentro del vientre materno. "Cuando alguien...viendo a su hermano en apuros le cierra el corazón, ¿cómo permanecerá el amor de Dios en él?" (1 Juan 3:17).

8) La vida es victoriosa sobre la muerte.

Este es uno de los temas más básicos de la Escritura. La victoria de la vida está predicha en la promesa de que la cabeza de la serpiente, a través de quién entró la muerte al mundo, sería aplastada (ver Génesis 3:15).

Isaías prometió: "Y así destruirá para siempre a la Muerte" (Isaías 25:8). En la escena del primer asesinato, la tierra "abrió su boca" para tragarse la sangre de Abel. En la escena de la victoria final de la vida, es la muerte misma la que será "destruida en esta victoria. Muerte, ¿dónde está ahora tu triunfo? ¿dónde está, muerte, tu aguijón?...Por éso démos gracias a Dios, que nos da la victoria por Cristo Jesús nuestro Señor" (1 Corintios 15:54-57).

El aborto es muerte. Cristo vino a vencer a la muerte, y por lo tanto, al aborto. "Yo, en cambio, vine para que tengan vida y sean colmados" (Juan 10:10).

El desenlace final en la batalla a favor de la vida ya ha sido decidido por la Resurrección de Cristo. De nosotros es que depende el difundir esa victoria a cada persona. El movimiento pro-vida se mueve de la victoria que Cristo ganó a plenitud, a esa victoria del día final. "Ya no existirá ni muerte" (Apocalipsis 21: 4). "Amén. Ven, Se or Jesús!" (Apocalipsis 22:20).

***
El Padre Frank Pavone fue designado en 1993 por el Cardenal John O’Connor para servir como Director de Sacerdotes por la Vida; también ha servido como un Oficial del Pontificio Consejo para la Familia, el cual coordina las actividades en favor de la vida de toda la Iglesia Católica.

Sacerdotes por la Vida pretende animar al Pueblo de Dios a responder a las tragedias del aborto y la eutanasia, y es una Asociación reconocida bajo las Leyes Canónicas de la Iglesia Católica. Sacerdotes por la Vida es igualmente una organización exenta de impuestos 501(c)(3).

Este material puede ser reproducido o citado, con las debidas menciones, para la propagación del mensaje en favor de la vida.

Para recibir gratuitamente los comentarios pro-vida del Padre Frank Pavone, subscríbase enviando un mensaje a: subscribe@priestsforlife.org
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Sacerdotes Por la Vida
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DIGNIDAD DEL MORIBUNDO Y EUTANASIA


Imagen por: Getty

1999: La Academia Pontificia para la Vida celebró su V Asamblea General en la antigua sala del Sínodo del 24 al 27 de febrero pasado. Tuvo por tema: "La dignidad del moribundo" y se estudió no sólo desde el punto de vista estrictamente médico, sino también en su dimensión psicológica y espiritual. Juan Pablo II recibió a los participantes en audiencia en la sala del Consistorio del palacio apostólico la mañana del sábado 27 de febrero y pronunció las siguientes palabras:

1. ¡Bienvenidos, ilustres miembros de la Academia pontificia para la vida, que os habéis reunido en Roma con ocasión de vuestra asamblea general anual!. Al dirigir a cada uno de vosotros mi cordial saludo, agradezco al presidente, profesor Juan de Dios Vial Correa, las amables palabras con que ha interpretado vuestros sentimientos. Saludo, asimismo, a los obispos presentes: a monseñor Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia pontificia para la vida, y a monseñor Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo pontificio para la pastoral de los agentes sanitarios, al que está unida la Academia pontificia.

Raíces y dimensiones del abandono del moribundo

Un pensamiento especial va a su inolvidable primer presidente, el profesor Jérôme Lejeune, que falleció hace casi cinco años, el 3 de abril de 1994.

Quiso decididamente esta nueva institución, casi como su testamento espiritual, para la salvaguardia de la vida humana, previendo las crecientes amenazas que se cernían en el horizonte.

Deseo expresar mi satisfacción por toda la actividad de investigación rigurosa y de amplia información, que la Academia pontificia ha sabido preparar y realizar durante este primer quinquenio de vida. El tema que habéis elegido para vuestra reflexión, "La dignidad del moribundo" pretende llevar luz de doctrina y de sabiduría a una frontera que, en algunos aspectos, es nueva y crucial. En efecto, la vida de los moribundos y de los enfermos graves está expuesta hoy a una serie de peligros que se manifiestan, unas veces en forma de tratamientos deshumanizadores y, otras, en la desconsideración e incluso en el abandono, que puede llegar hasta la solución de la eutanasia.

2. El fenómeno del abandono del moribundo, que se está extendiendo en la sociedad desarrollada, tiene diversas raíces y múltiples dimensiones, bien presentes en vuestro análisis.

Hay una dimensión sociocultural, definida con el nombre de "ocultación de la muerte": las sociedades organizadas según el criterio de la búsqueda del bienestar material, consideran la muerte como algo sin sentido y, con el fin de resolver su interrogante, proponen a veces su anticipación indolora.

La llamada "cultura del bienestar" implica frecuentemente la incapacidad de captar el sentido de la vida en las situaciones de sufrimiento y limitación, que se dan mientras el hombre se acerca a la muerte. Esa incapacidad se agrava cuando se manifiesta dentro de un humanismo cerrado a la trascendencia, y se traduce a menudo en una pérdida de confianza en el valor del hombre y de la vida.

Hay, además, una dimensión filosófica e ideológica, basándose en la cual se apela a la autonomía absoluta del hombre, como si fuera el autor de su propia vida. Desde este punto de vista, se insiste en el principio de la autodeterminación y se llega incluso a exaltar el suicidio y la eutanasia como formas paradójicas de afirmación y, al mismo tiempo, de destrucción del propio yo.

Hay, asimismo, una dimensión médica y asistencial, que se expresa en una tendencia a limitar el cuidado de los enfermos graves, enviados a centros de salud que no siempre son capaces de proporcionar una asistencia personalizada y humana. Como consecuencia, la persona internada muchas veces no tiene ningún contacto con su familia y se halla expuesta a una especie de invasión tecnológica que humilla su dignidad.

Existe, por último, el impulso oculto de la llamada "ética utilitarista", por la cual muchas sociedades avanzadas se regulan según los criterios de productividad y eficiencia: desde esta perspectiva, el enfermo grave y el moribundo necesitado de cuidados prolongados y específicos son considerados, a la luz de la relación costo-beneficios, como cargas y sujetos pasivos. En consecuencia, esa mentalidad lleva a disminuir el apoyo a la fase declinante de la vida.

3. Éste es el marco ideológico en que se fundan las campañas de opinión, cada vez más frecuentes, que pretenden la instauración de leyes en favor de la eutanasia y del suicidio asistido. Los resultados ya obtenidos en algunos países, unas veces con sentencias del Tribunal supremo y otras, con votos del Parlamento, confirman la difusión de ciertas convicciones.

Esperanza en la inmortalidad

Se trata de la avanzada de la cultura de la muerte, que se manifiesta también en otros fenómenos atribuibles, de un modo u otro, a una escasa valoración de la dignidad del hombre, como, por ejemplo, las muertes causadas por el hambre, la violencia, la guerra, la falta de control en el tráfico y la poca atención a las normas de seguridad en el trabajo.

Frente a las nuevas manifestaciones de la cultura de la muerte, la Iglesia tiene la obligación de mantenerse fiel a su amor al hombre, que es "el primer camino que (...) debe recorrer" (Redemptor hominis, 14). A ella le compete hoy la tarea de iluminar el rostro del hombre, en particular el rostro del moribundo, con toda la luz de su doctrina, con la luz de la razón y de la fe; tiene el deber de convocar, como ya ha hecho en diversas ocasiones cruciales, a todas las fuerzas de la comunidad y de las personas de buena voluntad para que, alrededor del moribundo, se establezca con renovado calor un vínculo de amor y solidaridad.

La Iglesia es consciente de que el momento de la muerte va acompañado siempre por sentimientos humanos muy intensos: una vida terrena termina; se produce la ruptura de los vínculos afectivos, generacionales y sociales, que forman parte de la intimidad de la persona; en la conciencia del sujeto que muere y de quien lo asiste se da el conflicto entre la esperanza en la inmortalidad y lo desconocido, que turba incluso a los espíritus más iluminados. La Iglesia eleva su voz para que no se ofenda al moribundo, sino que, por el contrario, se lo acompañe con amorosa solicitud mientras se prepara para cruzar el umbral del tiempo y entrar en la eternidad.

La soberanía de Dios

4. "La dignidad del moribundo" está enraizada en su índole de criatura y en su vocación personal a la vida inmortal. La mirada llena de esperanza transfigura la decadencia de nuestro cuerpo mortal. "Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: la muerte ha sido absorbida por la victoria", (1 Co 15, 54; cf. 2 Co 5, 1).

Por tanto, la Iglesia, al defender el carácter sagrado de la vida también en el moribundo, no obedece a ninguna forma de absolutización de la vida física; por el contrario, enseña a respetar la verdadera dignidad de la persona, que es criatura de Dios, y ayuda a aceptar serenamente la muerte cuando las fuerzas físicas ya no se pueden sostener. En la encíclica Evangelium vitae escribí: "La vida del cuerpo en su condición terrena no es un valor absoluto para el creyente, sino que se le puede pedir que la ofrezca por un bien superior. (...) Sin embargo, ningún hombre puede decidir arbitrariamente entre vivir o morir. En efecto, sólo es dueño absoluto de esta decisión el Creador, en quien ‘vivimos, nos movemos y existimos’ (Hch 17, 28)" (n. 47).

De aquí brota una línea de conducta moral con respecto al enfermo grave y al moribundo que es contraria, por una parte, a la eutanasia y al suicidio asistido (cf. ib., 61), y, por otra, a las formas de "encarnizamiento terapéutico", que no son un verdadero apoyo a la vida y la dignidad del moribundo.

Es oportuno recordar aquí el juicio de condena de la eutanasia entendida en sentido propio como "una acción o una omisión que, por su naturaleza y en la intención, causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor", pues constituye "una grave violación de la ley de Dios" (ib., 65).

Igualmente, hay que tener presente la condena del suicidio, dado que, "bajo el punto de vista objetivo, es un acto gravemente inmoral, porque conlleva el rechazo del amor a sí mismo y la renuncia a los deberes de justicia y de caridad para con el prójimo, con las distintas comunidades de las que se forma parte y para la sociedad en general. En su realidad más profunda, constituye un rechazo de la soberanía absoluta de Dios sobre la vida y sobre la muerte" (ib., 66).

Un testimonio de amor

5. El tiempo en que vivimos exige la movilización de todas las fuerzas de la caridad cristiana y de la solidaridad humana. En efecto, es preciso afrontar los nuevos desafíos de la legalización de la eutanasia y del suicidio asistido. Para este fin, no basta luchar contra esta tendencia de muerte en la opinión pública y en los parlamentos; también es necesario comprometer a la sociedad y a los organismos de la Iglesia en favor de una digna asistencia al moribundo.
Desde esta perspectiva, apoyo de buen grado a cuantos promueven obras e iniciativas para la asistencia de los enfermos graves, de los enfermos mentales crónicos y de los moribundos. Si es necesario, deben tratar de adecuar las obras asistenciales ya existentes a las nuevas exigencias, para que ningún moribundo sea abandonado o se quede solo y sin asistencia ante la muerte. Esta es la lección que nos han dejado numerosos santos y santas a lo largo de los siglos y, también recientemente, la madre Teresa de Calcuta con sus oportunas iniciativas. Es preciso educar a toda comunidad diocesana y parroquial para asistir a sus ancianos, y para cuidar y visitar a sus enfermos en sus casas y en los centros específicos, según las necesidades.

La delicadeza de las conciencias en las familias y en los hospitales favorecerá seguramente una aplicación más general de los "cuidados paliativos" a los enfermos graves y a los moribundos, para aliviar los síntomas del dolor, llevándoles al mismo tiempo consuelo espiritual con una asistencia asidua y diligente. Deberán surgir nuevas obras para acoger a los ancianos que no son autosuficientes y se encuentran solos; pero, sobretodo, deberá promoverse una amplia organización de apoyo económico, además de moral, a la asistencia prestada a domicilio: en efecto, las familias que quieren mantener en su casa a la persona gravemente enferma, afrontan sacrificios a veces muy costosos.

Las Iglesias particulares y las congregaciones religiosas tienen la oportunidad de dar en este campo un testimonio de vanguardia, conscientes de las palabras del Señor a propósito de cuantos se prodigan por aliviar a los enfermos: "Estaba enfermo y me visitasteis" (Mt 25, 36).

María, la Madre dolorosa que asistió a Jesús moribundo en la cruz, infunda en la madre Iglesia su Espíritu y la acompañe en el cumplimiento de esta misión.

Os imparto a todos mi bendición.

Fuente: L’ Osservatore Romano, edic. semanal en castellano, 5-3-99, p. 7

VERDADERA MADRE - TERESA DE CALCUTA

Discurso de Madre Teresa de Calcuta en el desayuno de Oración Nacional
Washington, DC
Febrero 3, 1994

Imagen por: Taringa


En el último día, Jesús dirá a los que están a su derecha, "Vengan, entren al Reino. Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve enfermo y me visitaste". Luego Jesús les dirá a los que están a su izquierda y les dirá, " Apártense de mi porque tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, estuve enfermo y no me visitaron." Ellos le preguntarán, "¿Cuándo te vimos hambriento, o sediento o enfermo y no te ayudamos?" Jesús les responderá, "Lo que dejaron de hacer por uno de éstos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mi!"

Al encontrarnos aquí reunidos para orar juntos, pienso en lo bello que será si comenzamos con una oración que expresa muy bien lo que Jesús quiere que hagamos por los más pequeños. San Francisco de Asís comprendía muy bien las palabras de Jesús y su vida quedó bien plasmada en esta oración. Esta oración que nosotras decimos todos los días después de recibir la Santa Comunión, no deja de sorprenderme, porque la encuentro muy adecuada para cada uno de nosotros. Siempre me he preguntado si hace ochocientos años, cuando San Francisco vivió, tuvieron las mismas dificultades que enfrentamos hoy en día. Creo que ya algunos se sabe la oración de la Paz, por lo tanto la rezaremos juntos.

Oración de San Francisco:
Señor, hazme un instrumento de Tu paz, donde haya odio que yo siembre amor, donde haya injuria, lleve yo el perdón, donde haya duda, lleve yo la fe, donde haya desaliento, lleve yo la esperanza, donde haya obscuridad, lleve yo la Luz, donde haya tristeza, lleve yo la alegría. OH Divino Maestro, permíteme no ser consolado sino consolar, comprendido sino comprender, amado sino amar. Porque dando se recibe, perdonando se es perdonado, y muriendo en Ti se nace a la vida eterna.

Demos gracias a Dios por la oportunidad que nos ha dado en venir a orar juntos. Hemos venido aquí, para orar, especialmente, por la paz, gozo y amor. Recordemos que Jesús vino a entregarle las buenas noticias a los pobres. El nos dijo cuales eran esas buenas noticias cuando dijo: "Mi Paz os dejo, Mi Paz os doy." El no vino a dar la paz que da el mundo, la cual es simplemente la que unos no molestan a otros. Él vino a dar la paz del corazón, la cual viene cuando amamos hacer el bien al prójimo.

Dios amó tanto al mundo que le entregó su único Hijo - era ya un hecho. Dios le dio su Hijo a la Virgen María, ¿y qué fue lo que Ella hizo? En cuanto Jesús vino a la vida de María, Ella inmediatamente fue rápido a dar las buenas noticias. Y entró a la casa de su prima Isabel, y las Escrituras dicen que su hijo, aún no nacido, el niño dentro del vientre de Isabel, saltó de gozo. Desde el vientre de María, Jesús trajo paz a Juan el bautista quien saltó de gozo en el vientre de Isabel.

Y como si no fuera suficiente, que Dios Hijo se hiciera uno de nosotros y nos trajera Paz y Gozo mientras todavía se encontraba en el vientre de María, Jesús también murió en la Cruz para demostrar un amor aún más grande. El murió para ti y para mi, y por el leproso, y por el que muere de hambre, y por el que se encuentra desnudo y tendido en la calle, no solo de Calcuta, sino de Africa, y de todos lados. Nuestras hermanas le sirven a los pobres en 105 países alrededor del mundo. Jesús insistió que nos amaramos los unos a los otros como El nos ama. Jesús dio su vida para amarnos y nos dice que nosotros también debemos dar lo que sea para hacer el bien al prójimo. En los evangelios, Jesús dice claramente: "Amense como yo los he amado." Jesús murió en la Cruz porque eso es lo que se requería de El para hacer un bien por todos nosotros, para salvarnos de nuestros pecados de egoísmos. El dio todo para cumplir con la voluntad del Padre para demostrarnos que nosotros también debemos estar dispuestos a darlo todo para cumplir la voluntad de Dios, para amarnos los unos a los otros como El nos ha amado. Si nosotros no estamos dispuestos a darlo todo para hacer el bien al prójimo, el pecado todavía vive en nosotros. Es por ello que nosotros también debemos dar hasta que duela. No es suficiente que digamos "Amo a Dios". Tengo también que amar a mi prójimo. San Juan nos advierte que somos mentirosos si decimos que amamos a Dios y no amamos a nuestro prójimo.

¿Cómo se puede amar a Dios, a quien no se ve, si no amas a tu prójimo a quien puedes ver, puedes tocar, y con quien vives?

Por lo tanto, es muy importante entender que amar, para que sea verdadero amor, tiene que doler. Debo estar dispuesto a darlo todo, lo que sea para no hacerle daño a la gente y, de hecho, para hacerle el bien. Esto requiere que yo esté dispuesto a dar hasta que duela. De otro modo, no hay verdadero amor en mi y por ende, en lugar de traer buenas noticias, le traigo injusticia, y no traigo paz a los que están a mi alrededor. A Jesús le dolió amarnos. Hemos sido creados a Su imagen para cosas mucho más grandes, para amar y ser amados. Debemos "vestirnos de Cristo" como dicen las Escrituras. Por eso, hemos sido creados para amar y ser amados, Dios se hizo hombre para comprobarnos que podemos amar de la misma manera que El nos amó. Jesús se hace el hambriento, el desnudo, el desamparado, el rechazado, y nos dice, "me lo hicieron a mi". En el último día El le dirá a los de su derecha, "Lo que hicieron a uno de mis pequeños, me lo hicieron a Mi" y también dirá a los de su izquierda, " Lo que dejaron de hacer a uno de mis pequeños, me lo dejaron de hacer a Mi."

Cuando Jesús moría en la cruz, dijo "Tengo sed." Jesús está sediento por su amor, esta es la sed de todos, pobres y ricos. Todos estamos sedientos por el amor de otros, ver que alguien vaya fuera de su camino no solo para dejarnos de hacer un daño sino al contrario para hacernos un bien. Este es el significado del verdadero amor, dar hasta que duela.
Nunca se me olvidará la experiencia que tuve al visitar una institución donde los hijos envían a sus Padres ya de la tercera edad para olvidarse de ellos. Vi que en este hogar, esta gente de tercera edad lo tenía todo, buena comida, un lugar cómodo, televisión, lo tienen todo, sin embargo todos tenían sus miradas puestas en las puertas de entrada. Y no vi a ninguno con una sonrisa en sus rostros. Yo le pregunté a la Hermana: " ¿Porqué ellos, que tienen todas las comodidades aquí, porqué miran hacia las puertas?¿Porqué no sonríen?" Yo estoy tan acostumbrada a ver sonrisas en los rostros de la gente, inclusive hasta los moribundos. Y la Hermana dijo: "Así es aquí todos los días. Ellos siguen esperando, y deseando que un hijo o una hija los vengan a visitar. Ellos están dolidos porque han sido olvidados." Falta de amor trae pobreza espiritual. Tal ves en nuestras propias familias, tenemos a alguien que se sienta solo, enfermo, preocupado. ¿Estamos con ellos? ¿Los acompañamos o los ponemos al cuidado de otros? ¿Estamos dispuestos a dar hasta que duela para estar con nuestras familias, o ponemos nuestros propios intereses primero? Estas son las preguntas que nos debemos hacer, especialmente al comienzo del año de la familia. Debemos recordar que el amor comienza en casa y debemos recordad que "el futuro de la humanidad pasa a través de la familia."

Me sorprendió ver en el Occidente, que tantos jóvenes se entregan a las drogas. Yo he tratado de averiguar porqué. ¿Porqué en el Occidente son así, si tienen muchísimo más que los de Oriente? La respuesta fue: " Porque no hay nadie en sus familias para recibirlos." Nuestros hijos dependen de nosotros para todos, su salud, su nutrición, su seguridad, el conocer y el amar a Dios. Por todo esto, ellos nos miran con confianza, esperanza y expectativa. Pero muy a menudo el Padre y la Madre están tan ocupados que no tienen tiempo para sus hijos, o tal ves ni siquiera están casados o se han dado por vencidos en su matrimonio. Por lo tanto, los niños van a las calles y se involucran con las drogas y con otras cosas. Hablamos del amor a los niños que es donde el amor y la paz deben comenzar. Estos son los hechos que contribuyen al rompimiento de la paz. Pero siento que el mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto, porque es la guerra en contra los niños, el asesinato directo de los inocentes, asesinato de la Madre en contra de si misma.

Si nosotros aceptamos que una Madre asesine a su propio hijo, ¿cómo entonces podemos decirle a otros que no se maten entre sí? ¿Cómo podemos convencer a una mujer de no tener un aborto? Como en todo, debemos persuadirla con amor y nos recordamos que amar significa dar hasta que duela. Jesús dio hasta su vida por amarnos. Así es que, la Madre, que esté pensando en tener un aborto, debe ser ayudada a amar, o sea dar hasta que le duelan sus planes, o su tiempo libre, para que respete la vida de su hijo. El Padre de ese niño, quien quiera que sea, debe dar también hasta que le duela. Con el aborto, la Madre no aprende a amar, sino a matar hasta su propio hijo para resolver sus problemas.
Y con el aborto, al Padre se le dice que no tiene que tener responsabilidad alguna por el niño que ha traído a la vida. El Padre es capaz de poner a otras mujeres en la misma circunstancia. Por lo tanto el aborto solo lleva a más abortos. Cualquier país que acepte el aborto, no le enseña a su gente a amar, sino a utilizar violencia para recibir lo que quieran. Es por esto que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto.

Mucha gente se preocupan bastante por los niños de la India, con los niños de Africa donde muchos mueren de hambre, etc. Mucha gente también se preocupan por toda la violencia en esta gran nación de los Estados Unidos. Preocuparse por esto es bueno. Pero casi siempre a esta misma gente no les interesan los millones que intencionalmente están siendo asesinados por decisión de sus propias Madres. Y este es el mayor destructor de la paz hoy en día - el aborto cegó a la gente.

Y por esto yo apelo en la India y en cualquier lugar - "traigamos de regreso a los niños." El niño es un regalo de Dios para la familia. Cada niño está creado de manera especial a la imagen y semejanza de Dios para grandes cosas. Para amar y ser amado. En este año de la familia, debemos traer a los niños al centro de nuestro cuidado y atención. Esta es la única manera en la que este mundo podrá sobrevivir, porque nuestros hijos son la única esperanza para el futuro. Cuando los ancianos son llamados a donde Dios, solo sus hijos los pueden reemplazar.

¿Pero que es lo que Dios nos dice? El dice: "Aunque la Madre olvidase a su hijo, Yo no te olvidaría. Te he grabado en la palma de mi mano." Todos estamos grabados en la palma de sus manos; el niño que fue abortado, también está grabado en la palma de su mano desde el momento de concepción y es llamado, por Dios, para amar y ser amado, no solo ahora en esta vida, pero para siempre. Dios no nos olvida nunca.

Les diré algo hermoso. Luchamos contra el aborto con la adopción, cuidando a la Madre y adoptando al niño. Hemos salvado a miles de vidas. Le hemos comunicado a las clínicas, a los hospitales y a las estaciones de policía :"Por favor no destruyan a los niños; nosotras nos encargaremos de ellos." Así es que siempre tenemos a alguien que le dice a las Madres en problemas: " Vengan, nosotros te cuidaremos, le conseguiremos un hogar a tu hijo." Y tenemos una gran demanda de parejas que no pueden tener hijos pero nunca le daré un hijo a una pareja que han hecho algo para no tener a un hijo. Jesús dijo "Quien quiera que reciba a este niño en mi nombre, a Mí me recibe." Al adoptar a un niño, estas parejas reciben a Jesús pero, al abortar a un niño, la pareja rechaza a Jesús.
Por favor no asesinen a los niños. Yo quiero a los niños. Por favor entréguenme los niños. Yo estoy dispuesta a aceptar a cualquier niño que lo hayan querido abortar y se lo entregaré a una pareja casada que lo amará y serán amados por ese niño.
Solo en nuestro hogar en Calcuta, hemos salvado a más de 3000 niños del aborto. Estos niños han traído tanto amor y gozo a sus Padres adoptivos y han llegado a crecer llenos de amor y gozo. Yo se que las parejas deben planificar sus familias pero para eso hay planificación familiar natural.

La manera de planificar las familias es por medios naturales no por medios anti conceptivos. Al destruir el poder de dar vida, por medio de la anti concepción, la pareja se hace daño a sí misma. Esto cambia la atención a sí mismos y destruye el regalo de amarse el uno al otro. Al amarse, el uno al otro, la atención está en el amor de uno para el otro. Al amarse, la pareja se da atención el uno al otro y esto es lo que sucede con la planificación familiar natural, y no hacia sí mismos como sucede egoísticamente con la anti concepción. Una vez el amor viviente es destruido por la anti concepción, el aborto le prosigue fácilmente como el paso a seguir.

Yo se que hay grandes problemas en el mundo, que muchas parejas no se aman lo suficiente para utilizar planificación familiar natural. No podemos resolver todos los problemas del mundo, pero no permitan traer el peor problema de todos, y ese es el que destruye el amor. Y esto es lo que pasa cuando la gente practica anti concepción y aborto.

Hay muchos pobres en el mundo. Ellos nos pueden enseñar muchas cosas bellas. Una vez, una de ellas vino a agradecerme por enseñarle planificación familiar natural y dijo: "Ustedes que practican castidad, son los mejores en enseñarnos planificación familiar natural porque no es nada más que auto control por amor del uno al otro." Y lo que esta persona pobre dijo es muy cierto. La gente pobre pueda que no tengan nada que comer, tal ves no tengan un hogar donde vivir, pero son personas grandiosas y muy ricas espiritualmente.

Cuando recojo a una persona e la calle, hambrienta, yo le doy un plato de arroz y un pedazo de pan. Pero una persona que está sola, se siente rechazada, como que nadie la ama, atemorizada, esa persona que ha sido rechazada por la sociedad, tiene una pobreza que es mucho más difícil de vencer y esa es la pobreza espiritual. El aborto, el cual prosigue a la anti concepción, lleva a la gente a ser espiritualmente pobre, y esa es la peor pobreza y la más difícil de vencer.

Los que son materialmente pobres pueden ser gente maravillosa. Una tarde fuimos a recoger cuatro personas de la calle. Una de ellas estaba en una condición horrible. Le dije a las Hermanas :"Ustedes encárguense de las otras tres; yo me encargaré de la que se ve peor." Así es que hice todo lo que mi amor pudo hacer por ella. La acosté en una cama y ella tenía una bellísima sonrisa en su rostro. Ella me tomó de la mano, y dijo una tan sola palabra: "gracias" y luego murió.

No pude hacer nada más que examinar mi conciencia ante ella.Y pregunté "¿Qué diría yo si estuviera en su lugar?" Mi respuesta fue sencilla. Yo hubiese tratado de atraer atención. Hubiera dicho: "tengo hambre, me muero, tengo frío, estoy en dolor" o algo. Pero ella me dio mucho más, ella me dio su gran amor. Y murió con una sonrisa en su rostro. También había un hombre que recogimos de los alcantarillados, medio comido por los gusanos y, después que lo trajimos a la casa, el solo dijo: "He vivido como un animal en la calle, pero voy a morir como un ángel, amado y cuidado."

Luego, después que le quitamos los gusanos del cuerpo, todo lo que dijo, con una gran sonrisa fue: "Hermana, voy a casa donde Dios" y luego murió. Fue tan maravilloso ver la grandeza de ese hombre que podía hablar así, sin culpar a nadie, sin comparar nada. Como un ángel, esta es la grandeza de la gente que son espiritualmente ricos aunque sean materialmente pobres. No somos trabajadoras sociales. Podremos hacer trabajo social a los ojos de algunas gentes, pero nosotras debemos ser contemplativas en el corazón del mundo. Porque tocamos el cuerpo de Cristo y estamos siempre en su presencia.

Ustedes también deben traer la presencia de Dios a sus familias, porque la familia que reza unida, se mantiene unida.
Hay demasiado odio, demasiada miseria, y con nuestras oraciones, con nuestros sacrificios comenzamos desde el hogar. El amor comienza en casa, y no es cuanto hacemos, pero cuanto amor ponemos en lo que hacemos.

Si somos contemplativas en el corazón del mundo con todos los problemas, estos nunca nos podrán desanimar. Debemos recordar siempre que Dios nos dice en las Escrituras: "Aunque una Madre olvidase a su hijo en su vientre, algo imposible, pero si ella lo llegara a olvidar, Yo nunca te olvidaría." Y por eso me encuentro aquí dirigiéndome a ustedes. Quiero encontrar a los pobres aquí, justo en sus propios hogares primero. Y comenzar a amar ahí. Sean portadores de buenas noticias a su familia primero. Y luego a sus vecinos. ¿Los conocen? Yo tuve una gran experiencia de amor al prójimo con una familia Hindú. Un hombre vino a nuestro hogar y dijo: " Madre Teresa, hay una familia que no ha comido por mucho tiempo. Haga algo." Así es que tomé algo de arroz y fui inmediatamente. Y vi a los niños, sus ojos brillaban de hambre. No se si alguna vez han visto hambre. Yo si y con mucha frecuencia. Y la Madre de la familia tomó el arroz que les di y fue afuera. Cuando regresó, le pregunté: "¿Adonde fue? ¿qué fue lo que hizo?" Y me dio una respuesta muy sencilla: "Ellos también tienen hambre." Lo que me impactó fue que ella sabía eso, y quienes eran también. Una familia de Musulmanes, y ella lo sabía. No traje más arroz esa tarde porque quería que ellos, Hindúes y Musulmanes, disfrutaran de el gozo de compartir. Y los niños irradiaban gozo, compartiendo el gozo y la paz con su Madre porque ella supo amar hasta que le dolió. Y ven que ahí es donde comienza, en casa con la familia.

Así es que, como lo demuestra esta familia, Dios nunca nos olvida y siempre hay algo que ustedes y yo podemos hacer. Podemos mantener el gozo de amar a Jesús en nuestros corazones, y compartir ese gozo con todos los que entremos en contacto. Tomemos una determinación, que ningún niño sea rechazado o que no sea amado, o que no se preocupen por el o que no lo asesinen y lo tiren a la basura. Y den hasta que duela, con una sonrisa.

Ya que hablo mucho de dar con una sonrisa, una vez un profesor de los Estados Unidos me preguntó:"¿Esta casada?" y le dije : "si, y a veces encuentro muy difícil darle una sonrisa a mi esposo, Jesús, porque El puede ser bastante exigente a veces". Esto es verdaderamente cierto.

Y de ahí es de donde sale el amor, cuando es exigente, y cuando todavía podemos darlo con gozo.

Una de las cosas más exigentes para mi es viajar a cualquier lado - y con publicidad. Yo le dije a Jesús que si no voy al cielo por cualquier otra cosa, que iré al cielo por lo menos por todos los viajes, con toda la publicidad, que hago, eso me ha purificado y me ha sacrificado, y en verdad me ha preparado para ir al cielo. Si recordamos que Dios nos ama, y que podemos amar a otros así como El nos ama, entonces América puede llegar a ser una señal de paz para el mundo.

Desde aquí, un aviso de cuidar a los más débiles, a los no nacidos, debe salir hacia el mundo. Si ustedes se convierten en un faro ardiente de justicia y paz en el mundo, entonces verdaderamente serán fieles a lo que los fundadores de este país representaban. ¡Que Dios los bendiga!

Fuente: Priestsforlife.org 

lunes, 20 de octubre de 2014

"LA CRISTIADA ESPAÑOLA"

Imagen y post por el blogdelpadrefortea



Hoy he estado leyendo algunos relatos de mártires de la Guerra Civil. Detrás de lo que parece pura política, en 1936, se desató el Poder de las Tinieblas de un modo que parece increíble. Se nos presenta todo aquello como política. Pero, en realidad, lo que hicieron algunas personas fue desencadenar a Satanás sobre la tierra.

En este blog he hablado no pocas veces de la iniquidad de las dictaduras de derechas que violaron los derechos humanos. Tiranías militares como la argentina o la chilena que tanto sufrimiento causaron.

Pero todo eso, aun siendo tan grande, aun siendo tanto el sufrimiento y tan terrible, palidece ante lo que ocurrió en el territorio rojo entre 1939 y 1936. Verdaderamente, aquello fue el infierno a plena luz del día. Hay hechos tan increíbles, que no los daríamos por seguros si no hubieran sucedido en las calles a la vista de todos: una cristiana descuartizada atándola a dos camiones, una monja arrastrada viva por un automóvil hasta morir, sacerdotes quemados vivos, y un largo etcétera que casi es mejor no repetir porque el sadismo fue más propio de bestias que de seres humanos.

Lo terrible es que los hermanos en la fe de dos generaciones después no saben nada de ellos. O si saben algo, los consideran casi culpables.Algo habrían hecho. La Iglesia merecía mucho de todo eso. Hoy día hasta la mayor parte de los españoles que son católicos, piensan que del lado de la República sólo militó el amor a la libertad y la democracia. Qué tremenda situación. Una iglesia que da la espalda a sus propios mártires. Unos católicos que exaltan a los verdugos y los torturadores.

Por supuesto que en el ejército repúblicano lucharon muchos inocentes completamente obligados. Pero en esa época, los católicos tenían las cosas muy claras. Mucha gente no sabía nada o casi nada de los generales sublevados. Pero tenían muy claro que de un lado estaba el Bien y del otro lado estaba el Mal.

Sólo hay que ver los noticiarios de las manifestaciones, homenajes y desfiles rojos. Poca gente, caras largas y con poco entusiasmo. Y, por el contrario, los noticiarios de las ciudades, como Madrid y Barcelona, cuando son liberadas: una explosión de júbilo sin igual, las calles abarrotadas de gente llorando de alegría.

Lejos de mí hablar de política, lejos de mí tomar partido por cuestiones humanas. Pero la sangre de los mártires reclama que recordemos la verdadera naturaleza de la lucha que tuvo lugar sobre este país. No podemos leer en misa las gestas de los Macabeos y avergonzarnos de nuestros propios hermanos que dieron la vida por la fe. Y, no lo olvidemos, un lado defendió la Fe, la Religión, la Ley de Dios, y el otro lado justo lo contrario.

Los enemigos de la religión me dirán que me estoy metiendo en política. Muy bien, pues que os zurzan.

En este link nos podemos asomar a ese momento histórico: