viernes, 10 de enero de 2014

TESTIMONIO DE CASTIDAD +1




Perdí la virginidad a los 16 años y recién a los 25 conocí al hombre que sería mi esposo, un hombre maravilloso que había luchado toda su vida por mantenerse puro, pues estaba convencido de que solo quería entregarse a una sola mujer para el resto de su vida. Esa idea hermosa me hacía trizas el corazón, me hacía pensar: “¿Por qué no esperé? ¿Qué me pasaba por la mente? ¿Por qué arruiné mi vida de esa forma?” Por muchos años el arrepentimiento me mataba, y me sentía poco digna de él… y de Dios. Durante nuestra etapa de enamoramiento él me enseñó lo que significaba tener una segunda virginidad. Al inicio pensé que se trataba de un juego psicológico y no le tomé importancia, pero más adelante, la misericordia de Dios vivida en una confesión de corazón me ayudó a comprender que nosotras, las que nos hemos equivocado, sí tenemos una nueva oportunidad, y los años que llevé luchando por vivir la virtud de la castidad lograron que me sintiese efectivamente virgen nuevamente, aunque siempre había una espinita que no me dejaba en paz. A los 28 años mi enamorado me pidió la mano y nos comprometimos. La etapa de noviazgo fue una prueba más, pues la tentación muchas veces te hace pensar: “qué más da, ya se van a casar, no pasa nada si sucede antes”. Dios nos ayudó, y nos permitió vivir un noviazgo muy casto. Sin embargo, algunos recuerdos seguían en mi mente, y semanas antes de casarnos, recuerdo una noche en la que me puse a llorar amargamente en mi cama, pensando que no era digna de merecer su pureza. Pensaba que si a los 16 años no pude dominarme, ¿qué va a garantizar que lo haga en mi vida de casada? ¿Y si llego a ser infiel? Esos pensamientos querían convertirse en razones que quería darle para que él no optase finalmente por mí. Un día se los confesé y su certeza me abrumó, recuerdo que me dijo que él ya estaba decidido y que no dejase que algo que ya había sido perdonado por Dios me siguiese atormentando. Hoy, que ya tengo 1 año, 4 meses de casada, les puedo garantizar que cuando Dios te perdona, lo hace en serio. El día de mi Matrimonio llegué al altar con la convicción de que pudimos hacer las cosas como Dios quería que las hagamos. Llegué con todos los errores de mi vida, pero con un corazón arrepentido y con ganas de que se escriba en él una nueva historia. La única historia que quería contar por el resto de mi vida. La gracia que me fue infundida en el sacramento del Matrimonio me convirtió en una mujer nueva, tan nueva, que les garantizo que aquellos recuerdos de mi error, hoy ya no los veo, es más, ni los recuerdo muy bien. Algo pasó en mí el día de mi matrimonio que siento que ya no tengo pasado antes de mi esposo. No existen otras experiencias en mi vida. Mi esposo es la única persona con la que he compartido alma, cuerpo y espíritu. Y es que eso hace el sacramento del Matrimonio y por eso es que es tan importante esperar a eso para compartir lo más valioso de ti con la otra persona. Cuando uno tiene relaciones sexuales antes, lo que compartes es un momento, un placer, un egoísmo, por satisfacer un instante. Sin embargo, cuando ocurre dentro del Matrimonio, lo que compartes va más allá de tu cuerpo… es tu vida misma, tus anhelos, tu corazón. Hay un pacto serio y hermoso entre dos personas que se han comprometido a amarse de verdad para el resto de sus vidas. Y a través de ese amor, poder traer hijos al mundo (que por cierto, es lo más hermoso que le puede pasar a una mujer). Este testimonio va dedicado a ti, que quizá cometiste un error y que sientes que es algo que nunca más vas a poder recuperar. Yo te lo garantizo: sí se puede remediar, sí hay una segunda oportunidad si de corazón de comprometes a vivir la castidad nuevamente y le confías a Dios tu noviazgo. La segunda virginidad sí existe. Yo tuve la bendición de experimentarla vivamente el día de mi matrimonio y ya en mi vida de casada. Y cuando te digan que no hay diferencia en hacerlo antes o después del Matrimonio, yo te lo digo: SÍ LA HAY, y mucha. Yo lo viví y por eso te lo digo. Por mucho que tú y tu enamorado se quieran, no es lo mismo entregarte a él siendo enamorados, que estando casados. De enamorados compartes el momento. De esposos, compartes tu vida. Tenemos un hijo de 7 meses y estoy en la espera de otro. Me asusta el mundo que ya les está tocando vivir, y lo que pueda pasar con ellos mañana, cuando ya tengan sus enamorad@s. Yo no pienso esconderles nada de mi vida, es más, así como lo comparto contigo y rezo para que este compartir tenga frutos en ti, lo compartiré con ellos, a su debido momento, para que sepan que nuestras opciones erróneas tienen consecuencias que nos pasan factura más adelante. Pero principalmente, para que sepan que por cada caída, hay un Dios misericordioso que te perdona, te levanta y te limpia completamente la mancha del pecado… y para que conozcan que existe una comunidad de amigos, como esta de La Opción V, donde podemos acompañarnos para mantenernos fuertes en el ejercicio de la virtud de la castidad.

Fuente: LaOpciónV

EL PAPA FRANCISCO ES UN HÉROE


La historia del Papa Francisco en cómic, escrita por Regina Doman e ilustrada por Sean Lam.