jueves, 5 de septiembre de 2013

FABULÄRI


Imagen modificada por el autor de este blog


Hablar mal de otros es sumamente fácil. Basta con poner en la mira a un personaje de la vida política, económica, deportiva, cultural, religiosa, y lanzar palabras acusatorias, normalmente adecuadas a cada ámbito.

Imaginemos, por ejemplo, que se trata de hablar mal de un banquero. El detractor supondrá que tiene las cuentas sucias, que roba, que engaña. Como maneja dinero, las críticas irán a otros ámbitos: seguramente el banquero se permitirá una vida licenciosa, será infiel a su esposa, engañará a sus amigos, sobornará a los políticos. Además, el mundo de las financias está lleno de personas que pertenecen a sociedades secretas. ¿Será un masón o miembro de otra organización más o menos secreta?

Las sospechas se suceden con facilidad. Si, además, ya ha habido alguna noticia o insinuación en la prensa sobre la persona en cuestión, todo está claro y "probado": las acusaciones tienen un soporte seguro, el amigo de las críticas crece en su aplomo a la hora de atacar una y otra vez al banquero declarado ladrón.

El mecanismo que lleva a hablar mal parece, por lo tanto, muy sencillo, fácil, asequible a la gran mayoría de la gente. Pueden hablar mal casi todos: un joven de sus profesores universitarios; un trabajador de sus jefes o de sus compañeros; un político de los políticos del otro partido o de algún colaborador al que hay que tumbar para "ascender"; un periodista de sus directores o de otras personas; un futbolista de su entrenador (o del entrenador del equipo contrincante); una persona cualquiera de las personas de otras razas, o de otras nacionalidades, o de otras culturas, o de otras religiones.

Detrás de todos los ataques verbales se esconde un mecanismo psicológico que muestra cómo la violencia de las palabras tiene una base muy frágil. Porque una antipatía, o una actitud hostil, o el miedo a la competencia, o la sospecha patológica, son suficientes para lanzar críticas envenenadas, pero no para mejorar como personas, para respetar la justicia, para conocer los hechos tal como ocurrieron, para defender a los inocentes y acusar a los verdaderos culpables.

La fragilidad de la base no destruye lo fácil que resulta hablar mal de otros. La sociedad permite muchos modos y situaciones que llevan a formular juicios, ofrecer opiniones, redactar textos de ataque. El mundo de internet facilita aún más las críticas gracias al anonimato (no siempre bien garantizado) en el que se amparan muchos para lanzar críticas despiadadas o incluso calumnias sumamente injustas.

Es, por lo tanto, fácil, muy fácil, hablar mal. Más fácil que robar, precisamente porque existen pocos mecanismos para perseguir las mentiras, y porque en algunos ambientes se ha exaltado hasta el absurdo la "libertad de expresión", como una especie de patente para decir todo tipo de falsedades, difamaciones y calumnias.

Lo que no resulta tan fácil es sanar las raíces que llevan a críticas mordaces, a despellejar al prójimo con palabras despiadadas. Si al menos abriésemos los ojos al daño que puede provocar en los criticados las palabras que formulamos contra ellos; si pudiéramos sospechar que hay críticas capaces de destruir vidas frágiles, de desintegrar matrimonios, de provocar depresiones... quizá pensaríamos dos veces las cosas antes de lanzar acusaciones gratuitas o calumnias despiadadas.

Desde un grito del alma, santa Faustina Kowalska explicaba cómo "en la lengua está la vida, pero también la muerte. Y a veces con la lengua asesinamos, cometemos auténticos homicidios" (Diario n. 119).

Por eso Santiago, en su carta, advertía a los primeros cristianos sobre los peligros de la lengua: "en cambio ningún hombre ha podido domar la lengua; es un mal turbulento; está llena de veneno mortífero. Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios; de una misma boca proceden la bendición y la maldición. Esto, hermanos míos, no debe ser así" (St 3,8-10).

Hay que reconocerlo: resulta muy fácil hablar mal, porque también resulta muy fácil albergar rencores, promover sospechas, ahogarse en envidias, lanzar ataques llenos de rabia y de cobardía a los cercanos o a los lejanos.

Ante el grave riesgo de pecar gravemente con la lengua hasta el punto de destruir la fama de inocentes, podemos dirigir una oración humilde a Dios para que limpie nuestro corazón de toda envidia y malquerencia, para que nos haga justos, para que nos acerque al amor que se construye sobre la verdad y el respeto.

Así será posible reconocer, con humildad y con justicia, que sólo Dios sabe lo que hay en el interior de cada hombre, y que los demás deben ser tratados con el amor y el respeto que merecen en cuanto creaturas y compañeros de camino en el viaje común que nos lleva, si somos buenos, al encuentro eterno con un Dios que ama a todos.

Fuente: Catholic.net 

DIOS LOS BENDIGA

¿JUDAS O PEDRO?



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«Pedro duerme. Judas está despierto», 
decía san Pedro Canisio al contemplar las disputas internas en la Iglesia.

Pedro no percibe el peligro. Judas lo está tramando. El primero abandonará al Maestro. El segundo triunfará en sus planes miserables.

Lo que decía san Pedro Canisio vale para tantos momentos de la historia de la Iglesia. Vale también para el día de hoy: los que deberían ayudar al bien no actúan, mientras que los traidores y enemigos de Dios ponen todo su empeño y sus habilidades al servicio del maligno.

El Papa Benedicto XVI recordaba esta frase de san Pedro Canisio al hablar a los sacerdotes de la diócesis de Roma el 10 de marzo de 2011. Al comentarla, el Papa añadía: «Es un tema que nos hace pensar: la somnolencia de los buenos. El Papa Pío XI dijo: el problema mayor de nuestro tiempo no son las fuerzas negativas, es la somnolencia de los buenos».

Frente a este peligro, Benedicto XVI recordaba la mejor terapia, la que nos llega con la invitación de Cristo en el Huerto de los Olivos: ¡Velad!. El Papa proseguía: «busquemos no dormir en este tiempo, sino que estemos de verdad listos para la voluntad de Dios y para la presencia de su Palabra, de su Reino».

Nosotros, ¿estamos despiertos o dormimos? ¿Sentimos fuego al ver cómo el enemigo avanza en tantos corazones, o preferimos encerrarnos en un mundo estrecho de egoísmos, de envidias, de golpes bajos, de críticas destructivas, de pasividad? ¿Emprendemos tareas concretas para llevar el Evangelio a los hombres, o dedicamos nuestras energías para criticar cosas buenas que otros hacen, para obstaculizar proyectos válidos de apostolado, para poner trabas a cualquier idea constructiva?

Existe el peligro de adormilarnos, como Pedro, de dejarnos vencer por la pereza, la apatía, la tristeza, la desesperanza. También existe el peligro de caer en un activismo vacío, sin oración, que busca construir al margen de la única Roca que salva, Jesucristo.

Mientras los buenos duermen, otros trabajan con empeño para difundir la confusión, para promover la injusticia, para atrapar a los hombres en las pasiones de la codicia o la soberbia, para sumergir el mundo en estímulos que arrastran hacia los instintos más bajos y destructores.

¿Estamos despiertos o dormidos? La pregunta nos la formula el mismo Dios. Desde la experiencia de Su Amor podemos despertar, podemos emprender el camino de la oración y la renuncia, podemos romper con envidias y complejos que paralizan.

Entonces pondremos lo mejor de nosotros mismos al servicio del Reino, llegaremos a ser verdaderos soldados de Cristo, viviremos como miembros despiertos, activos y generosos de la Iglesia.

Fuente: Catholic.net 

DIOS LOS BENDIGA

SEÑOR, TÚ ME LLAMASTE

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Señor, Tú me llamaste
para ser instrumento de tu gracia,
para anunciar la buena nueva,
para sanar las almas.

Instrumento de paz y de justicia,
pregonero de todas tus palabras,
agua para calmar la sed hiriente,
mano que bendice y que ama.

Señor, Tú me llamaste
para curar los corazones heridos,
para gritar, en medio de las plazas,
que el Amor está vivo,
para sacar del sueño a los que duermen
y liberar al cautivo.
Soy cera blanda entre tus dedos,
haz lo que quieras conmigo.

Señor, Tú me llamaste
para salvar al mundo ya cansado,
para amar a los hombres
que Tú, Padre, me diste como hermanos.
Señor, me quieres para abolir las guerras,
y aliviar la miseria y el pecado;
hacer temblar las piedras
y ahuyentar a los lobos del rebaño. Amén.


Fuente: Liturgia de las Horas IV del Jueves II del Tiempo Ordinario

miércoles, 4 de septiembre de 2013

CATENA ÁUREA +1

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La Catena Áurea (o cadena dorada) es un tipo de escrito, fundamentalmente de origen medieval, en el que el autor utilizaba glosas o explicaciones sobre los distintos textos de los Evangelios o de todo el Nuevo Testamento para ilustrar los pasajes evangélicos de manera que fuera más comprensible el mensaje que contienen. La Catena Áurea más conocida es la que compuso Santo Tomás de Aquino. En ella, sobre la base de los textos de los Evangelios, compiló citas de los Padres de la Iglesia relativos a cada pasaje evangélico, de manera que consultando un determinado pasaje, por libro, capítulo y versículo, puede accederse a lo que diversos Padres de la Iglesia escribieron sobre él.


A) La escritura de forma literal:

“Las divisiones sociales por causa de la fe”.

Caso 1: El Padre contra el hijo y el hijo contra el Padre. El hijo se hace evangélico y ataca al Papá o a la Mamá que son católicos. ¿Por qué adoras imágenes? ¿Por qué le crees a los curas? ¡Los curas son los más pecadores! ¡No necesitas confesarte, habla con Dios directamente! ¡Cristo no está en la hostia! ¡La Iglesia está corrompida! Y se genera la división. (El Papá es cristiano, él tiene derecho a defender su fe).

Caso 2: La Madre contra la hija y la hija contra la Madre. La hija se consigue un moscorrofio marihuanero mechiparado, que le cae a la mamá como un vomitivo. La mamá intuye que ese muchacho sólo quiere aprovecharse de la hija y dejarla embarazada, la hija piensa que su mamá es egoísta, que no la comprende, que la sobreprotege y no la quiere dejar hacer su vida ni ser feliz. (La mamá tiene razón, por lo general el Espíritu Santo siempre inspira a las madres con su sexto sentido).

Caso 3: La suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra. El hijo inmaduro siempre que tiene problemas con su esposa se va a quejar con su mamá, y la mamá alcahueta viene a darle “consejos” a la nuera para que atienda bien a su hijito. La nuera se indigna de que la suegra sea tan metiche y la pone en su sitio. Discuten y comienza la separación. (De ahí se entiende de donde viene la palabra “nuera”… nu-era lo que yo quería para mi hijo! ¿Y cómo se dice “estorbo” en alemán? —Suegra!) (La nuera tiene razón, una madre no se debe meter “directamente” en el matrimonio de sus hijos, y mucho menos para alcahuetear al hijo).

Caso 4: En caso que la Patria fuera considerada nuestra Madre, o quizás como hoy sucede nuestra “Madrastra”: Un gobierno que quiere aprobar e institucionalizar leyes injustas y depravantes de la naturaleza humana como el aborto, las uniones homosexuales, la adopción de niños por parte de parejas homosexuales, la eutanasia, la legalización de las drogas, la permisividad moral, la impunidad, la corrupción, etc. En lugar de unir… genera la división de los Colombianos inteligentes, rectos, morales y católicos que por ningún motivo daremos nuestro brazo a torcer! (Porque tenemos el derecho y el deber de obedecer a Dios antes que a los hombres y buscar el verdadero bien para la gente).

Son divisiones que vienen por causa de Jesús:  

San Juan Crisóstomo, Ubi sup: «Si Jesús hubiese sido un puro hombre, ¿cómo hubiera podido pensar que los padres habían de amarlo más que a sus hijos, los hijos más que a sus padres, los maridos más que a sus mujeres, los ciudadanos más que a sus gobernantes y esto no en una casa o cien, sino en todo el mundo? Y no sólo predijo esto, sino también lo enseñó con la obra. Jesús es Dios».

Benedicto XVI: Lucas: “vine a traer la división”.  Mateo: “vine a traer la espada”. La paz que trae Jesús no es “ausencia de conflictos” sino al contrario, la paz de Jesús es fruto de una lucha constante contra el mal y el maligno (Satanás). El verdadero cristiano encontrará oposiciones, sufrirá incomprensiones y hasta persecuciones. Y puede convertirse, sin buscarlo, en causa de división incluso en el seno de su propia familia. (La injusta persecución a Jeremías por decir la verdad=  1ª. Lectura) El amor a los padres es un mandamiento sagrado pero no se debe anteponer al amor a Dios y a Cristo, sólo así seremos eficaces “instrumentos de su paz” (San Francisco de Asís).


B) La escritura de forma espiritual o mística:

“Las divisiones interiores por causa de la fe”

- Nosotros éramos carnales y venimos de la tierra. Somos terrenos y mundanos.
Jesucristo nos trajo el Espíritu Santo que es llamado “FUEGO” en la Escritura (La columna en el desierto, el holocausto y el carro de Elías, las lenguas en Pentecostés).
Con esto comenzamos a ser “espirituales”, pero se ha generado una múltiple guerra dentro de nuestra casa: tres contra dos y dos contra tres.
La casa somos nosotros mismos en guerra por dentro.

Dos (2) son: El alma y la razón.
Tres (3) son: El cuerpo, el apetito concupiscible y el apetito irascible.

Cuando el alma por la razón manda y el cuerpo obedece hay paz. Pero cuando por la concupiscencia o la irascibilidad el cuerpo se rebela, le hace guerra al alma. Porque la razón se inclina a los afectos nobles, mientras que la carne trata de ablandar a la razón.
Cuando una persona “vive en paz” (paz falsa) con sus vicios, en su casa (él mismo), no hay división. Vive feliz en el pecado y ni siquiera se da cuenta.
Cuando se decide a santificarse el cuerpo y el alma renovados por el fuego del Espíritu Santo, comienzan una guerra interior, la carne se duele de haber engendrado como hijos a los zarzales del pecado y se separa de estos hijos (los pecados) y los hijos se rebelan cuando sus padres (cuerpo y alma) abandonan sus antiguos vicios y ponen orden y disciplina en su casa; así como un adolescente rehuye la disciplina de una casa seria.
¡La casa también pueden ser nuestros 5 sentidos en guerra!
Dos (2) son: La vista y el oído.
Tres (3) son: El gusto, el tacto y el olfato.

 - Si por las buenas cosas que vemos o que oímos (ejemplos, sermones, oración) rechazamos las voluptuosidades superfluas del cuerpo que se perciben por el gusto (trago-licor), el olfato (perfumes y seducciones) y el tacto (lujuria y placeres efímeros); entonces dividimos los sentidos y generamos la guerra, pero si ganamos la batalla, pronto cuerpo y alma estarán en paz, tal como Dios los ha creado antes del pecado original, en el estado de Justicia Original del Paraíso donde todas las pasiones estaban sometidas perfectamente a la razón.

¡ESTA GUERRA VALE LA PENA Y CRISTO LA QUIERE ENCENDER!

GUERRA CONTRA LAS INJUSTICIAS
GUERRA CONTRA LOS QUE DESTRONAN LA VERDAD
GUERRA CONTRA LOS QUE QUIEREN ENGAÑAR PARA HACER MÁS DINERO
GUERRA CONTRA NUESTROS PECADOS, ESPECIALMENTE CONTRA EL ODIO, INCLUSO CONTRA EL ODIO HACIA NUESTROS ENEMIGOS POR QUIENES DEBEMOS ORAR Y A QUIENES JESÚS NOS MANDÓ AMAR, ES DECIR, HACER EL BIEN Y RESCATAR…

JESÚS FUE A LA CRUZ (bautismo de sangre) PARA QUE SE DESATARA ESTA GUERRA HASTA EL FIN DEL MUNDO… PORQUE SÓLO ESTA GUERRA TRAERÁ LA PAZ.

“¡QUIERO LA PAZ! ¡NO PECO MÁS!” 

¡ÉL QUIERE QUE TODOS LUCHEMOS CONTRA NUESTROS VICIOS PARA QUE ALCANCEMOS LA PAZ VERDADERA Y QUIERE QUE LUCHEMOS A MUERTE.

(Dice el Apóstol en la 2da. Lectura: “hasta ahora no habéis llegado hasta el derramamiento de sangre en vuestra lucha contra el pecado. Quitémonos el pecado que nos ata y corramos la carrera para nosotros preparada, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y lleva a la perfección la fe”.)

 LA PAZ ESPIRITUAL ES FRUTO DE MUCHAS BATALLAS INTERIORES.

¡JESÚS NO ERA PIRÓMANO…
SINO QUE VINO A TRAER UN FUEGO ESPIRITUAL A LA TIERRA!

San Gregorio Magno, sup. Ezech., hom. 12: “El fuego se manda a la tierra cuando el soplo abrasador del Espíritu Santo libra al espíritu humano de sus deseos carnales. Llora lo malo que ha hecho cuando es inflamado en el amor espiritual y así arde la tierra cuando el corazón del pecador se consume en el dolor de la penitencia, acusado por su conciencia”.

¿Qué tipo de fuego vino a traer? ¡EL ESPÍRITU SANTO! AMOR DE DIOS, FUEGO DE DIOS, PORQUE DIOS ES FUEGO DEVORADOR Y EL AMOR  DE DIOS ES COMO EL FUEGO, TORRENTE DE LLAMAS QUE ES EL ESPÍRITU SANTO (“LLAMA DE AMOR VIVA” San Juan de la Cruz) SAETA ARDIENTE DE YAHVÉ (Cantar de los Cantares), FUENTE Y PATRÓN DE LA VIDA MÍSTICA (Arintero y Royo Marín).

Domingo XX del Año C
Fuente: Un Sacerdote M.S.A.

lunes, 2 de septiembre de 2013

CONVERSOS COLOMBIANOS +1


Espero que los testimonios hablen por sí solos, algunos dichos de forma más dura que otros pero todos correctos según la doctrina Católica, quizá encontrarán temas espinosos en los que valga una opinión más pero en general contienen lo esencial, una vez más les recomiendo pedir a Dios la gracia de conocerlo y amarlo, eviten a toda costa actuar por miedo, recuerden que Él los ama a pesar de sus dudas, temores y pecados, nada mejor que decirle sí, Él dará el siguiente paso, es más, si dicen sí es muy posible que Él ya haya dado ese primer paso aunque ustedes no le hayan visto pues el Señor da su gracia en el silencio, no es un "dios" de shows aunque algunas veces por puro amor hace cosas como las que verán a continuación, excepciones por amor a ustedes...

Dios los bendiga.