miércoles, 16 de octubre de 2013

CONVERSIÓN DE JOHN WRIGHT

Imagen modificada por el autor de este blog


John C. Wright, ateo, casado y con tres hijos pequeños, paga las facturas escribiendo manuales de informática, pero tiene bastantes fans como escritor de ciencia ficción. Su trilogía de «La edad dorada» está publicada en español por Bibliópolis, y Berenice ha publicado en nuestra lengua (con una traducción muy mala) sus dos novelas de fantasía de la serie La Guerra de los Mundos (El último guardián de Everness y Las nieblas de Everness).

Wright nació en 1961 y tuvo una juventud «introvertida, llena de libros, irreligiosa, nada atlética». Sus padres eran luteranos, pero dejaron de llevarle a la iglesia cuando él tenía 7 años, y sólo mantenían un cierto cristianismo cultural.

«Por muchos años he sido ateo, y un ateo vehemente, argumentativo y proselitista; no veía ninguna otra posibilidad para un pensador lógico», explicó en una entrevista en MostlyFiction.com.

En su blog, en septiembre de 2011, añadía: «yo era un campeón del ateísmo que daba argumentos a su favor tan convincentes que tres de mis amigos dejaron sus creencias religiosas debido a mi capacidad de persuasión, y mi padre dejó de ir a la iglesia».
«Mi reciente conversión al cristianismo fue un milagro, causada por una revelación sobrenatural, que satisfizo mi escepticismo en ese área y salvó mi vida. Para mi sorpresa, descubrí que sigo siendo un pensador perfectamente lógico. Sostengo que es insuficiente afirmar que puesto que el razonamiento humano no encuentra evidencia de un Ser Divino, tal ser no existe. La conclusión adecuada sería que los humanos, sin la asistencia e intervención de un ser divino, no pueden llegar a conocerle: una conclusión que creo que hasta los ateos admitirán», añade.

Ateos: equivocados en todo menos en religión

En noviembre de 2003, con 42 años y después de muchos años de debate con amigos ateos, Wright llegó a una conclusión: excepto en lo relativo a lo sobrenatural y la existencia de Dios, «mis colegas ateos se equivocaban de forma horriblemente cómica en cualquier punto básico de filosofía, ética y lógica, mientras que mis odiados enemigos cristianos tenían razón». Menos en lo referente a Dios y la religión.

«Siendo un filósofo, no un pedante, sometí el asunto a una prueba empírica. Por primera vez en mi vida recé. Dije: Querido Dios, no hay forma lógica en que puedas existir, e incluso si aparecieses ante mí en carne y hueso, te consideraría una alucinación. No se me ocurre ninguna forma o evidencia, no importa lo clara que sea, para que me demuestres tu existencia. Pero los cristianos dicen que eres benevolente, que mi falta de creencia en ti me condenará inevitablemente. Si, como dicen, te importa si me condeno o no, y si, como dicen, eres sabio y todopoderoso, puedes demostrármelo aunque sé que es algo lógicamente imposible. Gracias por adelantado por cooperar en este asunto. John C. Wright.»

Pasaron tres días. Wright estaba tranquilo y satisfecho de ser «lógico, objetivo y de mente abierta». Y sucedió. En sus palabras:
«Sin aviso previo, tuve un ataque al corazón, y caí al suelo, gritando y moribundo. Entonces, me salvé de una muerte cierta sanado por fe (»by faith-healing«). Tras lo cual, sentí que el Espíritu Santo entraba en mi cuerpo, tras lo cual, inmediatamente fui consciente de mi alma, una parte de mi que hasta entonces pensaba que no existía. Me visitó la Virgen María, su Hijo, Su Padre, por no mencionar otros varios espíritus durante varios días, incluyendo periodos deéxtasis divino y una conciencia de la unidad mística del universo…»

Y continúa:
«Y una semana o así después de eso, tuve una experiencia religiosa en la que entré en la mente de Dios y vi la indescriptible simplicidad y complejidad, amor, humor y majestad de Su pensamiento, yentendí el gozo más allá de toda comprensión y entendí la unidad que subyace en todas las cosas, y la paradoja del determinismo y la libre voluntad me quedó clara, así como la naturaleza sinfónica de la profecía. Se me mostró la estructura del tiempo y del espacio.»

«Y entonces Cristo en una visión me dijo que Él sería mi juez, y que Dios no juzga al hombre. Se lo expliqué a mi esposa. Y un mes después, mientras por primera vez leía la Biblia –más allá del mínimo indispensable de la escuela– encontré el párrafo de Juan (Juan 5,22), que nunca había visto antes, que ningún cristiano nunca me mencionó, donde dice eso mismo con esas palabras. Y después he visto como una o dos docenas de oraciones eran respondidas de forma milagrosa, tanto que ahora me parece una rutina normal, más que un acto extraordinario de la fe».

En diciembre de 2006, también en su blog, Wright describía así su experiencia, detallando algo más su encuentro con la Virgen:
«Lo que vi fue tan simple como el amor mismo, e igual de misterioso. No fue una vaga luz o sensación difusa la que encontré, sino personas con las que hablé, un espíritu, un apóstol, la Señora, el Paráclito, el Mesías, y el Padre. El Espíritu Santo entró en mi alma, le sentí hacerlo, y algo cambió dentro de mí: la gracia fue vertida en mí como en una pequeña copa, vino alquímico que convierte el latón en oro.

Media docena de experiencias místicas

Debería decir «experiencias», en plural. No una, sino seis, en un lapso de meses, y que continúan hasta hoy. He visto visiones y experimentado milagros, he visto oraciones respondidas y ocurrir cosas aún más extrañas. Un único evento sobrenatural sería suficiente para convencer a un ateo honesto acerca de la existencia de algo en el universo que no encajaría en el modelo materialista, científico. Yo he tenido media docena de tales experiencias, cada una diferente en naturaleza, duración y tipo respecta de las otras: una vergüenza de evidencia; abrumadora; definitiva. No encontré a un dios genérico, el dios de los filósofos, o algún Ser de Luz de la New Age. Encontré a tres personas de la Trinidad, una tras otra.

Y María. Hablé con ella. Desearía poder hablaros de su ternurasu simple y llana bondad de corazón. Ella está más alto ahora que cualquier reina, y vive donde el gozo vive siempre, y espíritus luminosos la rodean como velas votivas, pero desearía poder hacer algo, cualquier cosa para deshacer los dolores que conoció en vida. Pobre mujer. Pobre, pobre mujer. Si esto fue todo una alucinación, si fue todo locura, de verdad que aún así la creería, sólo por la ínfima posibilidad de verla nuevamente en el cielo, y sostener su mano nuevamente. Sus manos eran las manos callosas de una esclava.»

Y en distintos puntos de su blog advierte que «no puedo decir más que lo que he dicho; se me pidió que no lo hiciera; quizá ya he revelado más de lo que debía».

Sin renunciar a la razón y la filosofía

¿Qué pasa cuando un hombre que se considera lógico y racionalista, capaz de sentarse y llevar ideas lógicas a grandes distancias como para escribir ambiciosas historias de ciencia ficción, con trabajadas argumentaciones, descubre a Dios por pura gracia mística?

Una tentación es caer en el fideísmo y despreciar el pensamiento racional. Pero Wright descubrió que en el catolicismo la razón y la lógica es apreciada, y que solo los fundamentalistas (ateos o cristianos) la desprecian.

«El cristianismo resulta ser una mejor filosofía que la filosofía misma. Es una visión del mundo racional, auto consistente y significativa, una que promueve la virtud y la honestidad, y al mismo tiempo una actitud filosófica hacia el sufrimiento. La filosofía pagana, como la de Aristóteles y Platón, llamaba a los hombres a vivir y morir como hombres con un alma grande, como estoicos, y a vivir honesta y honorablemente, sin temor: pero su mundo era tal que incluso Aquiles era una sombra en el hades, su universo, uno donde el temor es racional, pues el motor inmóvil no se moverá para salvarte. El estoicismo, la doctrina de Epicteto y Marco Aurelio, Séneca y Cicerón, explica lógicamente por qué es mejor vivir una vida según la Naturaleza, pero no dota al alma con las armas necesarias para hacerlo. La filosofía moderna, las especulaciones y devaneos de Rousseau, Nietzsche, Sartre, Marx, Russell, Wittgenstein, es basura, y un niño de escuela puede detectar las contradicciones, inhumanidades, y patentes absurdos en su trabajo. El cristianismo hace todo lo que estos pensadores se proponen hacer, y además te entrega las catedrales y la Pasión de San Juan, la Navidad y John Milton.»

«La religión cristiana pone un énfasis en la razón que otras religiones, salvo el judaísmo, no comparten, o no al mismo nivel. Ninguna de ellas menciona el LOGOS, el principio racional, la palabra, emanada directamente del Padre. La encarnación hace del Dios cristiano más humano y humanitario que el Dios que vemos en el Antiguo Testamento o en el Corán. El Dios de la trinidad no está solo.»

Niños, ciencia y libertad

«El cristianismo parece ajustarse más al modo en que la vida humana realmente es, comparado con otras religiones, al menos en mi humilde apreciación. Hay una preocupación y amor por los niños que no he notado en otras religiones, una santidad hacia el matrimonio, una preocupación por la vida humana, una preocupación por la monogamia, por el valor individual, más central a la tradición cristiana que a la tradición de otras religiones. La cristiandad barrió la esclavitud en el mundo, lacristiandad inventó la ciencia [lo argumenta con clérigos como Copérnico, Mendel, Lemaitre, Alberto Magno, Roger Bacon, Pierre Gassendi, Boskovich, Marin Mersenne, Grimaldi, Oresmes, Buridan, Grosatesta, Clavius, Nicolas Stenon, Atanasius Kircher y laicos católicos como Galileo, Descartes, Pasteur, Pascal, Ampère, Coulomb, Fermat, Lavoisier, Volta, Cauchy y Pierre Duhem]. Si el cristianismo fuera enemigo de la ciencia, occidente sería la más atrasada de las potencias tecnológicas, y los chinos, siguiendo al pragmático y mundano Confucio, serían los líderes.»

En cuanto a los argumentos con los que amigos o conocidos ateos respondieron a su testimonio, quedó defraudado. «Yo era uno de vosotros y era muy bueno en mi trabajo, y me avergonzáis con la debilidad y tontuna de vuestros intentos en algo que antes yo hacía tan bien», responde en su blog a algunos comentarios.

«El argumento de que los milagros son increibles porque no se pueden creer, incluso si no fuese circular, es menos persuasivo de lo que parece a primera vista, sobre todo cuando se lo dices a un escéptico que sin embargo es testigo de varios milagros, oraciones respondidas, visiones, experiencias religiosas, conocimiento de hechos antes de que sucedan, etc… Obviamente, yo que he visto milagros ex postiori, no puedo adoptar a priori la postura de que los milagros no pueden existir, no sin perder mi integridad como filósofo o mi honor como hombre».

Preparando un libro

Han pasado casi 8 años desde su experiencia mística y su curación milagrosa del ataque de corazón. Wright sigue escribiendo novelas de ciencia ficción (y manuales de informática). Pero ha firmado con una editorial el proyecto de un libro de apologética cristiana. «Mi plan es que cada capítulo vaya alternando cartas que mi antiguo yo escribe a mi yo actual, y viceversa; así se desarrolla un diálogo entre las ideas teístas y ateas sin que interfiera la personalidad del filósofo, que en este caso es la misma. Por ahora se titula: 'Cartas del mañana'»

Fuente: Conoze.com

CONVERSIÓN DE TOM CABEEN


Imagen por: Chnetwork.org

Era un betelita, pues estuvo entre los principales dirigentes en la casa Betel, sede de los testigos de Jehová a nivel mundial.
Mi experiencia con los testigos me hizo comprender que es fácil ser atrapado por una organización y perder el sentido de la verdadera naturaleza del cristianismo. Yo creo que la BIblia nos dice cual es nuestro proposito y que cuando nosotros nos rebelamos Dios envio a su propio hijo para rescatarnos del pecado.

Dirigente en la Watchtower

En el Hogar Betel (como normalmente se llama a la central de Brooklyn), me apliqué con diligencia a mi trabajo. Estaba determinado a aprender tanto como fuera posible sobre las enseñanzas de la Watchtower. Mi voluntad de entregarme al trabajo y una aptitud natural para el mismo resultó en que me fueran asignados otras responsabilidades que generalmente estaban reservadas a gente de mayor edad que yo.

Poco después de mi llegada a Betel, mis padres comenzaron el ministerio de tiempo completo (precursorado). Mi padre fue invitado a ser superintendente de circuito (predicador viajero) y así se dedicó a visitar las congregaciones de habla hispana en el suroeste y el noreste de los Estados Unidos por unos diez años. En Nueva York fui asignado como miembro del comité de servicio de mi congregación local a la edad de diecinueve años y luego como anciano en 1971 a los veintiún años. Al año siguiente fui nombrado un "anciano betelita". Como tal, me tocó hablar en las conferencias y asambleas públicas como representante de la Watchtower. A la edad de veintisiete años me tocó ser el discursante principal en la asamblea de distrito de Roanoke, Virginia.

En Betel se me asignó a trabajar en el linotipo grande que producía la revista "La Atalaya". Un año después fui nombrado supervisor de una serie de linotipos. A los veintisiete años fui nombrado superintendente del taller de impresión. Cultivaba amistades con miembros maduros y responsables de Betel, muchos de ellos escritores o personas que trabajaban en otras oficinas importantes a las que eran asignados los testigos más leales y mejor formados. En esos tiempos solía tener conversaciones con ellos sobre las enseñanzas de la Sociedad y el funcionamiento de la organización.

A fines de 1973, volví a encontrarme con una joven y encantadora mujer llamada Gloria, que también era betelita y a quien había conocido poco después de su llegada a Betel en el año 1971. Noviamos por un tiempo, nos enamoramos y nos casamos el 25 de mayo de 1974. Gloria, igual que yo, era una ferviente entusiasta de la Sociedad Watchtower y una persona muy trabajadora. Ambos habíamos decidido dedicar completamente nuestras vidas como miembros de la sede principal durante los pocos años que quedaban antes de que llegara el fin del mundo en el Armagedón. Los dos aprendimos francés y nos ofrecimos para trabajar con Testigos de habla francesa, en su mayoría haitianos, en Newark, New Jersey.

Surgen dudas inquietantes

Aunque había sido Testigo durante casi 10 años (me bauticé en 1959), nunca había leído la Biblia en su totalidad. Me decidí entonces a hacerlo. Esto suscitó muchas dudas que rondaban en mis pensamientos. Cuanto más leía, más contradicciones encontraba entre las sencillas explicaciones que ofrecían las Escrituras y mis creencias como Testigo. Al principio atribuí mi falta de comprensión a mi juventud e inexperiencia. Pero, con el transcurrir del tiempo, el respeto y confianza que me conferían mis pares comenzó a incrementarse.

A esta altura, comencé a hablar cautelosamente de mis dudas sobre la Biblia con miembros mayores y bien respetados de la sede principal. Me sorprendió descubrir que había muchos de ellos que tenían los mismos problemas que yo y también la forma en la que abiertamente hablaban de esos asuntos. Empecé a mirar a las enseñanzas de la Watchtower desde diferentes puntos de vista a partir de la publicación del libro "Ayuda para Entender la Biblia" en 1971. Se produjeron cambios en la organización que dejaron la puerta abierta al examen de otras enseñanzas fundamentales. Me preguntaba "si nos hemos equivocado pensando que ciertas actividades estaban sólidamente basadas en las Escrituras, ¿no podríamos acaso también estar equivocados en las doctrinas?" Yo no era el único que se preguntaba esas cosas.

Durante la década de los 70, una creciente cantidad de personas sinceras de la sede principal comenzó a leer las otras traducciones bíblicas aparte de la Traducción del Nuevo Mundo de Watchtower y también comentarios bíblicos. Empezamos a reunirnos en grupos informales en los que estudiábamos y debatíamos abiertamente, sin la "asistencia" de las publicaciones de Watchtower. Para 1979, me convencí de que no había forma de reconciliar algunas enseñanzas claves de Watchtower con la Biblia. Sin embargo, todavía confiaba en que Dios estaba guiando a la organización, de modo que yo creía que se avecinaban grandes cambios. Los aguardé con ansiosa expectativa.

Por otra parte, mi esposa Gloria, estaba descontenta en Betel. Sus dificultades no eran principalmente de índole doctrinaria sino que tenían que ver con la manera en que eran tratadas las personas. Deseaba abandonar Betel para tener hijos. A mi manera de ver, la cronología de la Watchtower era correcta. Por lo tanto, no lograba entender por qué todo el mundo quería irse faltando ya poco para el fin del mundo. Le mencioné el tema a un amigo de confianza del Cuerpo Gobernante, Ray Franz. Me dio una copia de una carta que había sido escrita a la Sociedad Watchtower por Carl Olof Jonsson, un Testigo miembro del cuerpo directivo de Suecia. Jonsson presentó pruebas irrefutables de que la cronología de Watchtower contenía serios errores. La lógica que utilizaba y la documentación que presentaba eran sólidas y de gran erudición. Leí la evidencia una y otra vez. Finalmente, me convencí.

Lo que resultaba difícil de aceptar no era el error en sí mismo, sino su consecuencia: la cronología era y es absolutamente esencial para determinar la afirmación de la Sociedad Watchtower de que es el "canal de comunicación" de Dios con la humanidad en el breve período previo al fin del mundo. Comencé a considerar seriamente la posibilidad de que la Sociedad Watchtower no era lo que sostenía ser. Parecía existir la certeza de que los líderes de la Sociedad en el mejor de los casos habían sido inducidos al error, o en el peor de los casos eran hipócritas y falsos profetas. Si bien yo había disfrutado muchísimo estar a su servicio y amaba de verdad a mis hermanos y hermanas Testigos, parecía prácticamente seguro que mi partida definitiva era inevitable.

Así murió en mí el deseo de apoyar activamente algo en lo que ya no creía. Mi función en la sede principal había llegado a su fin. En medio de este período de confusión, mis padres vinieron a Nueva York desde Texas para visitarnos. A raíz de algunos comentarios que hice acerca de la excomunión de algunos de nuestros amigos íntimos, intuyeron que mi actitud incondicional anterior de apoyo a la organización estaba cambiando. Les aseguré que nunca abandonaría a Dios, Jesucristo o la Biblia pero que no podía negar que tenía serias dudas relacionadas con la autoridad de la organización. Pero ya sin la fe en la cronología de la Watchtower, no existía ningún motivo para posponer nuestro deseo de formar una familia.

Decidimos irnos de Betel lo más pronto posible. Nos marchamos el 15 de julio de 1980. Todavía no estaba preparado para alejarme de toda mi comunidad. Toda nuestra vida estaba ligada con los Testigos de Jehová. También tenía la impresión de que estaríamos en una situación más favorable para que nuestros padres comprendieran cómo había cambiado mi forma de pensar si aún manteníamos una relación. Las cosas no salieron como esperaba. Ese fue el comienzo de un profundo distanciamiento que duró un cuarto de siglo. Continuó incrementándose hasta que me encontré casi completamente aislado de mis padres. Nunca pude reconciliarme con mi padre antes de que falleciera en el 2002. Todavía lo amo y le echo de menos.

Todo estaba por dar un vuelco total. Teníamos que recomenzar nuestras vidas. Carecíamos de dinero, pues había pasado los doce años previos como voluntarios sin salario. Había estudiado mucho y tenía experiencia laboral y conocimientos técnicos, pero no tenía título universitario. Le pedí prestados 300 dólares a mi suegro para trasladarme a Lancaster, Pennsylvania, con lo poco que teníamos. Vivimos con los padres de Gloria durante diez semanas hasta que pude conseguir un empleo y encontrar un lugar donde vivir.

Expulsado (excomulgado) de la hermandad de los Testigos de Jehová

Tuvimos que abandonar la sede principal por propia voluntad pero todavía la organización me tenía una gran estima, de modo que poco después de llegar a Pennsylvania, me nombraron miembro del cuerpo de ancianos. Tenía dudas, pero no encontraba motivos para alejarme de los Testigos de Jehová, siempre que mi relación con ellos no requiriera incumplir con lo que me dictaba la conciencia. Sin embargo, descubrí que esa meta era cada vez más difícil, ya que la tendencia general de las publicaciones de la Watchtower durante esos meses consistía en advertencias contra los que no concordaban con sus enseñanzas a los que tildaba de "apostatas" y merecedores de la condena eterna. Después de un año aproximadamente, renuncié a mi cargo de anciano.

Para entonces, teníamos un hijo, Matthew, que había nacido el 9 de agosto de 1981. Alrededor de un año y medio después, los miembros del consejo de la congregación de Lancaster, pidieron hablar con Gloria y conmigo luego del habitual Reunión de Servicio de los jueves a la noche. Resultó ser una sesión judicial informal. Me interrogaron (en presencia de Gloria) durante más de una hora acerca de si tenía algunas "dudas." El único tema específico por el cual fui interrogado era si creía o no que la Sociedad Watchtower era una organización de Jehová. Respondí que Dios había obrado a través de los Testigos de Jehová pero que no estaba dispuesto a limitarse a obrar exclusivamente a través de ellos. El es Dios, después de todo, manifesté y puede hacer todo lo que quiera.

La reunión finalizó sin que se tomaran medidas. Si bien habíamos sido bastante activos con la congregación durante más de dos años y medio, pocos, si es que los había, sabían que teníamos dudas. No obstante, en menos de un par de días, muchos habían oído que éramos "escépticos". Nos pidieron que asistiésemos a otra reunión breve un par de semanas después. Los miembros del consejo nos hicieron saber que dado que nuestras dudas en la congregación eran "vox populi", tenían que tomar alguna medida. Mencioné que ninguna persona de la congregación sabía nada de nuestras dudas antes de que los ancianos se reunieran con nosotros. Era obvio que los mismos miembros del consejo habían difundido esa idea luego de nuestra reunión.

'La esposa de un anciano le había mencionado a una cuñada de Gloria algunos detalles de la reunión. Uno de los miembros del consejo respondió, "Cómo se llegó a conocer la información no es el tema que interesa. Ahora que es de dominio público, debemos tomar medidas". Anunciaron su decisión de expulsarnos. Esto significaba que a nuestra familia y amigos se les requeriría que nos rechazaran o de lo contrario, serían también expulsados. Nosotros tuvimos la impresión de que la decisión de expulsarnos había sido tomada antes de que se reunieran con nosotros, sobre la base de factores que no eran ni pruebas ni nuestro propio testimonio. Resultaba evidente que no serviría para nada apelar la decisión. De esta manera terminaron casi tres décadas de nuestra relación con los Testigos de Jehová. Nuestra comunidad religiosa nos había rechazado y ahora estábamos solos.

¿Obra Dios a través de una organización?

A pesar de la forma en que fuimos tratados, había muchas cosas admirables en los Testigos que yo estaba seguro que eran correctas. Había descubierto el error, pero lo que quería era la verdad. Necesitaba alguna manera confiable de saber cuáles enseñanzas de la Watchtower eran reales y cuáles eran falsas. Debido a que una vez creí que Dios empleaba a la organización de la Watchtower como un canal exclusivo para comunicarse con sus fieles, concentré mis reflexiones en ese tema. Mi esperanza era poder escribir un ensayo que ayudara a mis padres (más que nada) a entender por qué había modificado algunas de mis opiniones sobre la Sociedad Watchtower. Empleando mi concordancia y el diccionario bíblico, comencé minuciosamente a buscar en las Sagradas Escrituras evidencias en cuanto a si Dios alguna vez había usado o no alguna organización como instrumento oficial para comunicarse directamente con la humanidad.

Concluí que no y publiqué mi ensayo en un artículo que titulé "¿Obra Dios a través de una organización?" Con los años, fue traducido a varios idiomas y tuvo una circulación bastante amplia entre los Testigos que se separaban de la organización, especialmente cuando el Internet comenzó a utilizarse masivamente. Si bien en ese momento actué sin sentimiento de culpa, siento un poco de tristeza por el éxito que tuve y debo aceptar el hecho de que mis escritos probablemente inducieron a muchos al error. Inicialmente, no entendía la diferencia entre las organizaciones humanas y la verdadera iglesia, el Cuerpo de Cristo. Más tarde, corregí mi artículo para demostrar que Cristo estaba orgánicamente unido a Su Cuerpo, lo que no sucedía con las organizaciones humanas. Pero todavía tenía mucho que aprender sobre lo que Jesús había iniciado y preservado: una iglesia visible; un cuerpo vivo en el que El mora.

Una mano tendida hacia los ex Testigos

Luego de marcharme de Betel, me mantuve en contacto con ex Testigos amigos y trabé amistad con algunos nuevos. Comenzó a formarse una red cada vez mayor, mediante la cual se intercambian palabras de consuelo y aliento. Durante el verano de 1983, mi amigo Peter Gregerson nos invitó a nosotros y a varios Testigos a una reunión, en la que se decidió dar carácter oficial al grupo en forma de un ministerio. A nuestro grupo lo llamamos "Biblical Research and Commentary Incorporated", BRCI para abreviar.

El objetivo era producir materiales y proporcionar apoyo a los Testigos que se separaban, para facilitarles la penosa transición de la Sociedad Watchtower al "mundo exterior". El siguiente verano—en 1984—la primera de varias reuniones anuales se celebró en Gadsden, Alabama.

Muchos Testigos expulsados tienen miembros de la familia o cónyuges que aún siguen siendo leales a la organización. Nos parecía que un nombre mas bien neutral podía facilitar el envío de materiales a alguien sin alertar a los miembros de la familia que eran Testigos sobre el hecho de que el destinatario estaba hablando a un ex testigo, lo cual estaba terminantemente prohibido. Por lo que yo recuerdo, Ray Franz sugirió el nombre, aunque nunca fue miembro del directorio de BRCI.

Establecimos una línea telefónica confidencial de ayuda para confortar a las personas que se sentían dolidas por dejar la organización de la Watchtower. Poco después de su publicación, mi artículo sobre la Organización era siempre incluido en el paquete informativo que se enviaba a los que llamaban a la Línea de Ayuda de BRCI. Experiencia eclesiástica Durante aproximadamente los primeros siete años, Gloria y yo leímos y estudiamos la Biblia por nuestra cuenta o con otros ex Testigos con los que nos reuníamos semana por medio en un pequeño grupo de apoyo. Formamos fuertes lazos sociales con estos queridos amigos pero nuestro crecimiento espiritual fue lento. Generalmente, nuestros debates se centraban más en cosas en las que alguna vez creíamos que eran verdad pero que habíamos rechazado.

A menudo volvíamos sobre lo mismo cada vez que nos reuníamos. Finalmente Gloria dijo, "Ya estoy cansada de examinar una y otra vez las mismas cosas de siempre. ¡Quiero aprender algo nuevo y verdadero sobre Cristo!" También ya había llegado nuestro segundo hijo, James, nacido el 22 de noviembre de 1986. A medida que nuestros hijos comenzaban a crecer, sentimos cada vez más la necesidad de encontrar cristianos que creyeran en la Biblia con los que nuestros hijos pudieran relacionarse.

Muchos de los niños de nuestro barrio eran educados como humanistas seculares y no compartían ni nuestros principios cristianos ni nuestros puntos de vista sobre la importancia de agradar a Dios. Probamos con una iglesia del lugar y enseguida nos hicimos amigos del pastor y su esposa. Cuando se enteró sobre mi currículum, me pidió que me hiciera cargo de una clase de escuela dominical para adultos. Me sorprendió que no me pidiera más detalles sobre mis verdaderas creencias.

Ni siquiera asistió a la clase para ver lo que enseñaba. Esto me pareció extraño, pues para mí, la precisión doctrinaria era todavía importante. Pero siempre enseñaba la "ortodoxia" en el sentido de que podía respaldar mis enseñanzas tanto a partir de las Sagradas Escrituras como a partir de comentarios protestantes que gozaban de respeto. Ni Gloria ni yo jamás nos hicimos miembros de esa iglesia. No queríamos incorporarnos a ninguna organización religiosa. Después de enseñar allí durante alrededor de un año, el pastor me pidió a su pesar que dejara mi puesto de maestro, ya que opinaba que no podía tener a alguien que diera clases y que a la vez no fuera miembro de la iglesia. Creo que tenía razón. Fue una buena experiencia en términos generales.

Empezamos a hacer amigos cristianos. Nos enteramos que no todos los cristianos evangélicos estaban totalmente convencidos sobre la verdad doctrinal como lo estábamos nosotros. Buscábamos una comunidad de creyentes que tuvieran muchos niños y una gran cantidad de programas para ellos. Finalmente, nos fuimos adaptando poco a poco a una hermandad bautista evangélica independiente. Ahí conocimos a muchos cristianos excelentes y rápidamente nos involucramos en actividades eclesiásticas. Unos meses después de que comenzáramos a asociarnos con esa iglesia, otra vez me pidieron que diera clases bíblicas para adultos, actividad que desempeñé ininterrumpidamente durante catorce años.

Lecciones de Historia

A fines de la década de los 90, comencé a trabajar en otro artículo con el objeto de complementar el que había escrito acerca de la organización. Mi intención era ayudar a ex Testigos a encontrar otros creyentes y a relacionarse con ellos. Quería que se sintieran cómodos ayudándolos a comprender que muchas iglesias actuales enseñan y rinden culto en forma similar a los discípulos del siglo primero. Pensé que sería de utilidad mostrar cómo eran los primeros cristianos, cómo estaban estructuradas sus congregaciones, cómo vivía y rendían culto y en qué aspectos se diferenciaban de las enseñanzas y la práctica de los Testigos de Jehová.

Quería que comprendieran que vivir como cristianos era lo que más importaba y los alentaba a incorporarse a cualquier hermandad cristiana centrada en la Biblia. Comencé empleando solamente las Escrituras y pronto me di cuenta que tantas cosas que se enseñan y practican en las iglesias no pueden fundamentarse directamente a partir de las Escrituras solamente. Terminé comprando libros de historia—con el tiempo obtuve docenas de ellos—además de hacer mucha investigación en el Internet. Cuando terminé de escribir "¿Dónde está el Cuerpo de Cristo?" recibí algunos lindos comentarios. Pero lo que iba descubriendo suscitaba en mi mente muchas más preguntas que respuestas.

Un cambio de visión fundamental

Mientras investigaba, comencé a encontrar por casualidad referencias a los "Primeros Padres de la Iglesia". Prácticamente todos los eruditos, tanto católicos como protestantes (excepto algunos eruditos modernos) demostraban un gran respeto por ellos. En ese momento, solamente tenía una muy vaga idea de quienes eran. Cuando me enteré, a fines de los 90, que mi amigo David Bercot había publicado un Diccionario de las Creencias de los Primeros Cristianos, compré un ejemplar. Le eché una mirada pero no leí mucho.

Tenía mis propias ideas sobre cómo era la iglesia de los primeros cristianos y de qué manera creían y rendían culto. A casi veinte años de haber abandonado la Sociedad Watchtower, todavía creía que poco tiempo después del siglo primero, la fiel iglesia apostólica de los primeros cristianos se había transformado en la corrupta Iglesia Católica Romana.

Los Reformadores, como me enteré después, tenían un punto de vista similar, excepto que establecían la fecha de "la gran apostasía" en el siglo cuarto o quinto o aún más tarde. Sin embargo, tanto Lutero como Calvino creían que la iglesia antenicena era realmente auténtica. Uno de los objetivos de la Reforma fue devolverle a la iglesia su pureza original, impoluta, antenicena. Esto me hizo pensar en las consecuencias del concepto de la "gran apostasía".

El corolario de esta doctrina es que Jesús no tuvo una congregación de fieles discípulos, ninguna organización visible o iglesia en la tierra, durante un prolongado período, posiblemente varios siglos, hasta que algún individuo (Martín Lutero, Juan Calvino, John Wesley, Joseph Smith, Charles Russell o cualquier otro), basándose solamente en los escritos de los primeros cristianos, los comprendieron correctamente y "restauraron" el verdadero cristianismo apostólico en la tierra.

Finalmente concluí que ese punto de vista era indefendible. Porque significaría que la mayoría de las personas que vivieron entre la apostasía y la "restauración", cada vez que supuestamente ocurría, prácticamente no tendrían ninguna oportunidad de convertirse en verdaderos cristianos, dado que al parecer nadie era capaz de reconocer "las sencillas verdades que se enseñan en la Biblia" hasta que aparecieron los reformadores.

La iglesia: ¿visible o invisible?

También comencé a pensar seriamente acerca de cómo debe ser la verdadera iglesia de Jesucristo. Debido a mi propia experiencia, no me costó aceptar el punto de vista de la "iglesia invisible", en la que todos los miembros de la "única santa iglesia católica y apostólica" se encuentran diseminados por todas las confesiones cristianas del mundo y está compuesta por los hombres y mujeres de cada comunidad cristiana que realmente se toman en serio la fe e intentan vivir de acuerdo a las Sagradas Escrituras.

La mayoría de las comunidades de fe que vi estaba aparentemente repleta de pecadores que no practicaban su fe. Pero mientras pensaba en eso, empecé a darme cuenta que esta perspectiva presentaba problemas insalvables. Una iglesia invisible es una "comunidad" de personas diseminadas que no se conocen ni están en contacto mutuo. En realidad, carece totalmente de características visibles (porque, después de todo, es invisible). No podemos saber nada seguro de una iglesia semejante: dónde están, en qué creen, cómo rinden culto.

Concluí de que todo era asunto de imaginación. Es como queremos que sea, ya que no existe nada real con la cual la podamos comparar. Es una iglesia que interpretamos a nuestra manera. Y lo más importante es que no se parece absolutamente en nada a la iglesia descripta en el Nuevo Testamento, que estaba llena de personas reales, santos y pecadores. Poseía una estructura que incluía presbíteros, diáconos y discípulos de Cristo que se sometían, en mayor o menor grado, a su liderazgo. Cada congregación de los fieles de Dios descripta en las Escrituras no es solamente visible, es humana, con todos los problemas que existen en cualquier familia, club o comunidad de seres humanos en cualquier parte. ¿De qué otra manera podría cualquier iglesia ser la sal y la luz de la comunidad? ¿De qué otra manera podrían los no creyentes ver sus buenas obras y glorificar a Dios? Hasta los reformadores, aunque rechazaban la autoridad de Roma, reconocían la existencia y la necesidad de un conjunto visible de creyentes.

Seguí leyendo libros de historia, lo mismo que los escritos de los primeros cristianos. A éstos los consideraba representaciones precisas de lo que el conjunto principal de antiguos cristianos creían y practicaban. Me sorprendió de que tantos conceptos y enseñanzas que anteriormente rechazaba me las hubiesen presentado incorrecta, e inclusive, deshonestamente, en la Watchtower y en la literatura evangélica, presentándolas como si fuesen ilógicas o reñidas con las Sagradas Escrituras. Tal como las presentaban los primeros cristianos, por lo general tenían más sentido y se correspondían mejor con las Escrituras que muchas de las explicaciones que había leído en comentarios. Comencé a aceptar una cantidad cada vez mayor de enseñanzas que allí encontraba, simplemente porque eran claras, maduras y se ajustaban a las Escrituras. Una por una, analicé estas enseñanzas comparándolas con las Sagradas Escrituras y mientras me convencía de su validez, paulatinamente mi interpretación del cristianismo comenzó a cambiar.

La complejidad de ciertos pasajes con los que había lidiado durante años comenzó a desaparecer lentamente. Realmente todas las piezas empezaban a encajar (por primera vez en la vida). Toda mi interpretación del cristianismo se modificó. Sacramentos Los primeros cristianos creían que el pan y el vino servidos durante la comunión, cuando son consagrados por el presbítero, realmente se convierten en el cuerpo y sangre de Jesucristo. Por supuesto, esto es exactamente lo que Jesús dicel claramente en Juan capítulo 6. Sin embargo la mayoría de los protestantes consideran que las palabras de Jesús son simbólicas. Ninguno de los primeros cristianos lo entendió así. En realidad, con poquísimas excepciones, ningún cristiano antes de la Reforma Alemana ni tan siquiera puso en duda esa enseñanza. Esta fue mi introducción al concepto de "sacramentos" de la fe cristiana, objetos materiales a través de los cuales Dios transmite la gracia a sus fieles. Nunca los oí mencionar entre Testigos o cristianos evangélicos. Todo el concepto me resultaba nuevo y extraño. Pero a medida que leía y oraba y pensaba en eso, el asunto cada vez tenía más sentido. En síntesis, el culto sacramental enseña que Dios obra a través de cosas simples como agua, pan, vino y aceite.

Estos objetos materiales, cuando son consagrados y empleados en la iglesia que Jesús fundó, se transformam en los medios por los que la gracia de Dios se comunica a los seres humanos. Desempeñan un papel fundamental en la sanación y nos devuelve a una plena hermandad con nuestro Padre Celestial. Según esta perspectiva, Dios obra a través de su creación y no alrededor o a pesar de la misma. Al principio, pensaba que esto estaba totalmente alejado de las Escrituras. Pero ahora, guiado por los primeros cristianos, lo empecé a encontrar en todas partes de la Biblia. Un ejemplo: Naaman, un leproso sirio, fue sanado obedeciendo la orden de Eliseo (dicho sea de paso, transmitida por un criado ávido de ganancias) de bañarse siete veces en el río Jordán. El agua no era mágica pero Naaman tuvo que obedecer la orden y bañarse en esa agua para ser sanado. (1 Reyes 5).

Los primeros cristianos creían que las aguas del bautismo tenían el poder de lavar o eliminar el pecado de los nuevos discípulos (Hechos 22, 16), tal como había eliminado la lepra de Naaman. Otros ejemplos: Jesús sanó a un ciego haciendo barro y poniéndolo en sus ojos y ordenándole que se lavara en la piscina de Siloam. (Juan 9, 6-11) Una mujer que confiaba que se sanaría si solamente tocaba el dobladillo de la vestimenta de Jesús, se curó verdaderamente. La tela no era mágica, pero en conjunción con su fe, se transformó en el medio por el que recibió el poder de Jesús. (Mateo 9, 20-22).

Mientras releía las Escrituras, me sorprendió ver cuantos relatos de las poderosas obras llevadas a cabo por Jesús y los apóstoles implicaban acciones físicas como tocar o respirar sobre los receptores, u objetos usados como pan, pescado, aceite o vino. ¡Un descubrimiento impactante!

Por ese tiempo, me encontraba curioseando unas rebajas de libros usados y vi un ejemplar del Catecismo Católico en venta por unos centavos. Lo compré y comencé a leer. ¡Me impactó lo que había encontrado!

La explicación católica de la fe y los principios morales cristianos, inclusive la salvación, el bautismo, la redención y la expiación de los pecados, se parecían mucho más a los de la iglesia de los primeros cristianos que a los de cualquier comentario protestante que había leído.

Con bastante frecuencia se refería a los primeros cristianos como una fuente de autoridad. Desde ese punto en adelante, empecé a considerar seriamente a la Iglesia Católica Romana.

Me sorprendió descubrir cómo sus enseñanzas y prácticas guardaban una estrecha relación con la perspectiva de los primeros cristianos. Pero, ¿cómo podía explicar la existencia de muchos católicos que aparentemente no se tomaban en serio el cristianismo? Al principio, con cierta dificultad el concepto, pero mientras pensaba y oraba, recordé que Dios empleó a la antigua Israel como "recipiente" de la autorrevelación divina transmitida a través de Moisés durante más de quince siglos, aun cuando la mayoría de los israelitas y hasta sus autoridades eran infieles. ¿No pudo haber hecho lo mismo con la iglesia universal que Cristo fundó?

La Sagrada Tradición

Me había enterado, principalmente de fuentes judías, que gran parte de la práctica judía había sido transmitida durante siglos en forma oral. Moisés comunicó las normas de la Ley Mosaica a los israelitas en Sinaí. Pero no todo fue puesto por escrito. Las tradiciones verbales fueron por primera vez puestas en forma escrita (en el Talmud y la Mishnah) luego de la destrucción del segundo templo en el siglo primero d. C. Por supuesto, Jesús dijo que los fariseos habían "invalidado la palabra de Dios con sus tradiciones." Pero, me di cuenta que no quería decir que toda tradición era negativa, solamente aquellas que el hombre había creado y que estaban reñidas con la revelación divina.

Las Sagradas Escrituras dicen claramente que Cristo reveló muchas cosas a sus discípulos que no fueron escritas (Juan 21, 25). También dice que "la iglesia" (y no las Sagradas Escrituras) es el "pilar y fundamento de la verdad." Lo que Jesús enseñó a sus discípulos en forma oral no fue "agregado a las Escrituras" por los apóstoles. Eran enseñadas oralmente a los nuevos discípulos que hacían.

Las Escrituras eran redactadas dentro de un marco eclesiástico de funcionamiento pleno en el que cada enseñanza cristiana había sido transmitida en forma oral por décadas. Cuando el apóstol Pablo escribía epístolas a las congregaciones, habia ya antes dedicado mucho tiempo enseñándolas en forma oral. Sus cartas podían y a menudo dejaban muchas cosas sin exponer. Las cartas de Pablo tratan mayormente de contingencias y problemas que requieren su consejo y no de las enseñanzas y prácticas que todos conocían y que habían sido enseñadas oralmente con anterioridad.

Momento decisivo: Seguimos Adelante en la Fe

Finalmente fuimos recompensados y la evidencia resultó ser concluyente. Mis investigaciones sobre la historia de la iglesia de los primeros cristianos me permitió adoptar una perspectiva católica sin que mi anterior prejuicio contra la iglesia católica sin la interferencia de mis prejuicios anteriores contra la Iglesia Católica. Lo que íbamos hallando en las enseñanzas de los católicos era increíble: enseñanzas profundas, atractivas, respaldadas por la historia y de lógica coherente que se ajustan a las Escrituras y que resultan gratificantes no sólo para la mente sino también para el corazón. Ahora sentimos que hemos sido parte de ese camino por todos estos años.

He hallado que los escritos de otros conversos al cristianismo católico han sido de gran utilidad. Admito que había revisado el tema muy vagamente al estudiar el cristianismo. Muchos teólogos católicos son gigantes espirituales. Leyéndolos, he aprendido tanto sobre Dios y sus peculiaridades que ¡jamás supe que existían! Leí "The Everlasting Man" de G. K. Chesterton, que influyó en la conversión de C. S. Lewis al cristianismo. Sus libros "Orthodoxy", "Heresy" y "Conversion" verdaderamente me tocaron el corazón. Los apologistas católicos tienen un profundo respeto por C. S. Lewis, aunque era anglicano, ya que su teología es prácticamente ortodoxa. "A Map of Life, Theology for Beginners and Theology and Sanity" de Frank Sheed es claro y conciso.

Los libros de conversos al catolicismo contemporáneos como Jimmy Akin, Thomas Howard, Karl Keating, Scott Hahn, Dave Armstrong y Peter Kreeft son especialmente útiles para encarar las dudas que los protestantes tienen sobre la fe católica. "Catholic Christianity and his Christian Apologetics" del Dr. Kreeft y Ron Tacelli son más claros y exhaustivos que cualquier defensa protestante del cristianismo que jamás haya leído. Estas personas están en el camino correcto, pensé al leerlos. Piensan con mucha mayor profundidad que yo acerca de la mayoría de las cuestiones y están dispuestos a arriesgar sus vidas y carreras para seguir la verdad a dondequiera que esté.

Durante mucho tiempo, cometí el error de juzgar las enseñanzas católicas basándome en personas católicas, la mayoría de las cuales (como sus primos protestantes) son más bien indiferentes con respecto a la teología. Pero luego de aceptar la evidencia histórica de que la fe católica era la expresión original y más plena del cristianismo, y que no se debía juzgar a la iglesia entera por el comportamiento de algunos pecadores, mi perspectiva cambió. Comencé a leer escritos católicos con entusiasmo. Las explicaciones católicas del cristianismo se ajustan a las Escrituras, al mundo real y al corazón del ser humano.

Creo con toda honestidad que cualquiera que las siga fielmente se transformará en un hombre o mujer de Dios. Las enseñanzas del catolicismo son sólidas, plenas y rectas. Llegamos a ellas lenta y cuidadosamente, siguiendo la verdad e identificando y rechazando el error. Compartí con Gloria las cosas que estaba leyendo. Ella también las leyó y reflexionó. Hablamos de algunas cosas pero no quería presionarla para que tomase una decisión sino para que decidiera por su cuenta.

Siguió leyendo, luego un día simplemente dijo, "Deberíamos convertirnos al catolicismo." (Había sido bautizada como católica al nacer). Consumamos nuestro deseo de formar parte de esta venerable Iglesia reuniéndonos con nuestro párroco, el padre James Cronin, durante varios meses con el propósito de examinar las enseñanzas católicas.

Fuimos admitidos en el seno de la Iglesia Católica Romana el viernes 9 de junio de 2006. Estamos emocionados por ser católicos y nos hace felices compartir las cosas buenas que hemos encontrado con cualquiera de nuestros ex compañeros evangélicos cristianos o con nuestros nuevos compañeros católicos.

Nos sentimos completamente felices dentro de la Iglesia que Jesucristo fundó. Hemos llegado a casa.

Fuente: Conoze.com

PAPAS DE LA SANTA MADRE IGLESIA +1

 
Imagen modificada por el autor de este blog
Por cuanto me ocupo, en libros y periódicos, de cosas católicas desde la época de Pablo VI, ocurre que no pocas personas -quizás desconcertadas o confundidas- insisten en pedirme opiniones sobre los primeros meses del nuevo pontificado. Suelo salir del paso diciendo algo que parafrasea la respuesta dada a los periodistas en el avión de regreso de Brasil, precisamente por el Papa Bergoglio: "¿Quién soy yo para juzgar?". Si estamos obligados a no juzgar a los demás - palabras del Evangelio - tanto menos juzgaremos a un pontífice elegido, según los creyentes, por el Espíritu Santo. Ciertamente, hubo siglos en los cuales al parecer los hombres llegaron a sustituir al Paráclito: cónclaves simoníacos o dirigidos por las grandes potencias de la época, con candidaturas y vetos impuestos por la política. Y sin embargo quienes conocen realmente la historia de la Iglesia - condición que no es propia de quienes son demasiado superficiales -, quienes saben percibir la dinámica de "larga duración" a lo largo de veinte siglos, terminan sorprendiéndose al descubrir que San Pablo parece realmente tener razón cuando afirma que omnia cooperantur in bonum, todo coopera con el bien, también el bien de la Iglesia, que en materia de fe no está guiada únicamente por Cristo, sino también ciertamente por el "cuerpo místico".

En todo caso, estando en nuestra época, no se trata de confiar a pesar de todo en una Providencia que a veces puede parecernos incomprensible. No es así, ya que para todos es evidente la calidad humana de aquellos que en las últimas décadas han tenido el rol de pontífices romanos. Si nos centramos únicamente en la sucesión de esta postguerra, tenemos las figuras de Pacelli, Roncalli, Montini, Luciani, Wojtyla, Ratzinger y ahora Bergoglio. ¿Quién, por alejado o contrario a la Iglesia que sea, podrá negar que se trata de personalidades de insólito relieve, unidas por la misma fe y por el mismo compromiso en su función, pero con grandes diferencias de carácter, distintas historias y culturas, distintos estilos pastorales? Y es éste precisamente el punto que para muchos, incluso católicos, parece no estar claro: independientemente de quién sea el hombre que ha llegado al papado y cuáles sean nuestras consonancias o disonancias humorales en relación con el mismo, siempre será el sucesor de Pedro, responsable y guardián de la ortodoxia, por lo tanto un hombre de Dios que no sólo se debe aceptar, sino también hay que rezar por él y obedecerlo con respeto y amor filial.

Estas cosas deberían estar claras, sobre todo hoy, con este Obispo de Roma "proveniente casi del fin del mundo", un hombre de una personalidad impetuosa, instintivamente impulsiva, tal vez autoritaria (como él mismo reconoce en la entrevista con Civiltà Cattolica) y marcada, a pesar de su origen italiano, por una cultura distinta a la nuestra, como es la sudamericana. Este papa proviene además, por primera vez en casi dos siglos, no del clero secular, sino de una orden religiosa caracterizada por una formación distinta a todas las demás dentro de la Iglesia. Es una Compañía (denominación militar de un fundador procedente de la vida militar) amada y detestada, admirada y temida desde hace cinco siglos, hasta el punto que -caso único- terminó siendo suprimida - "propter bonum Ecclesiae", dice la bula - por un Papa franciscano, para luego ser resucitada, apenas fue posible, por un Papa benedictino.

La verdad exige admitir, sobre todo si se miran muchos sitios y blogs en la red, que no faltan aquellos que recuerdan con nostalgia la sobriedad, el rigor doctrinal, la profundidad cultural y el respeto por las tradiciones de Benedicto XVI, y la atención por él prestada a la liturgia. Y nadie ha olvidado el cuarto de siglo de ese extraordinario ciclón que fue Juan Pablo II, cuya santidad ya ha sido reconocida. Es comprensible, los sentimientos son algo sumamente humano. Pero, repitiendo, toda comparación entre papas es irrelevante en una perspectiva cristiana, y la sintonía de cada creyente con un Papa se basa en algo muy distinto a las simpatías personales. La comunidad guiada y gobernada por el sucesor de Pedro siempre ha tenido y tendrá un fin último (y único) del cual todo se desprende y que es recordado explícitamente por el Código de Derecho Canónico: "Es ley suprema de la Iglesia la salvación de las almas". Si bien a veces parece olvidarse, todo se desprende de esto y la totalidad de la institución eclesial existe por esto: anunciar la vida eterna prometida por el Evangelio y ayudar a todos los hombres - con la predicación y con los sacramentos - a seguir el camino que lleva a la meta de la muerte, en realidad nacimiento a la verdadera vida. Todo lo demás es solamente instrumento, siempre modificable y destinado a pasar, comenzando por la burocracia curial, a pesar de ser ésta indispensable: Dios mismo ha querido necesitar una institución humana, con sus organismos y sus leyes. Cada Papa está obviamente convencido de esta prioridad de la salus animarum; pero Francisco, al parecer, con especial urgencia, y en tal medida que hace todo lo necesario para que el clero, los religiosos y los laicos lleguen también a tener conciencia de esto. Esta opción del pontífice argentino parece producir resultados sorprendentes: al respecto, yo también mido cada día el interés, más bien la simpatía, sino de hecho la adhesión de tantas personas que no obstante parecían inamovibles en su indiferencia, cuando no era además un laicismo polémico y agresivo. El retorno a la sucesión natural, y sin embargo a menudo olvidada (en primer lugar la fe, y la moral será una consecuencia necesaria); el llamado a las raisons du coeur antes que a las raisons de la raison, empleando los términos pascalianos; la salida de la jaula de un creer reducido a una inflexible norma codificada; los brazos abiertos para todos, recordando la misericordia del Dios de Jesús, cuyo oficio es perdonar y acoger a los hijos, sin excepción, también a los "pródigos".Todo esto está provocando resultados positivos que recuerdan el criterio de valoración señalado por el Evangelio mismo: "Por los frutos conoceréis el árbol". Si la cosecha espiritual se anuncia tan buena, ¿no será igualmente buena la planta de la cual proviene?

Este hombre de setenta y siete años, todavía vigoroso, con su estilo de "párroco del mundo", quiere comprometer a la totalidad de la Iglesia en ese desafío de reevangelización del Occidente, que tuvo un carácter central también en el programa pastoral de sus dos últimos antecesores.

Ninguna fractura, por lo tanto, sino continuidad, incluso en la diversidad de temperamentos. Esta Iglesia bimilenaria muestra también de este modo no tener intención alguna de reducirse a secta rencorosa, no sólo minoritaria, sino también marginal. Con Roma y sus obispos, el mundo entero deberá medirse una vez más, como ocurrió en los tiempos del imperio romano, cuando todo comenzó.

Fuente: Catholic.net

DIOS LOS BENDIGA


sábado, 12 de octubre de 2013

UN SOLO OBISPO CON LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS


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Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a la Iglesia de Dios Padre y del Señor Jesucristo que habita en Filadelfia del Asia, que ha alcanzado la misericordia y está firmemente asentada en aquella concordia que proviene de Dios, y tiene su gozo en la pasión de nuestro Señor y la plena certidumbre de la misericordia que Dios ha manifestado en la resurrección de Jesucristo: mi saludo en la sangre del Señor Jesús.
Tú, Iglesia de Filadelfia, eres mi gozo permanente y durable, sobre todo cuando te contemplo unida a tu obispo con los presbíteros y diáconos, designados según la palabra de Cristo, y confirmados establemente por su Santo Espíritu, conforme a la propia voluntad del Señor.
Sé muy bien que vuestro obispo no ha recibido el ministerio de servir a la comunidad ni por propia arrogancia ni de parte de los hombres ni por vana ambición, sino por el amor de Dios Padre y del Señor Jesucristo. Su modestia me ha maravillado en gran manera: este hombre es más eficaz con su silencio que otros muchos con vanos discursos. Y su vida está tan en consonancia con los preceptos divinos como lo puedan estar las cuerdas con la lira; por eso me atrevo a decir que su alma es santa y su espíritu feliz; conozco bien sus virtudes y su gran santidad: sus modales, su paz y su mansedumbre son como un reflejo de la misma bondad del Dios vivo.
Vosotros, que sois hijos de la luz y de la verdad, huid de toda división y de toda doctrina perversa; adonde va el pastor allí deben seguirlo las ovejas.
Todos los que son de Dios y de Jesucristo viven unidos al obispo; y los que, arrepentidos, vuelven a la unidad de la Iglesia también serán porción de Dios y vivirán según Jesucristo. No os engañéis, hermanos míos. Si alguno de vosotros sigue a alguien que fomenta los cismas no poseerá el reino de Dios; el que camina con un sentir distinto al de la Iglesia no tiene parte en la pasión del Señor.
Procurad, pues, participar de la única eucaristía, porque una sola es la carne de nuestro Señor Jesucristo y uno solo el cáliz que nos une a su sangre; uno solo el altar y uno solo el obispo con el presbiterio y los diáconos, consiervos míos; mirad, pues, de hacerlo todo según Dios. Hermanos míos, desbordo de amor por vosotros y, lleno de alegría, intento fortaleceros; pero no soy yo quien os fortifica, sino Jesucristo, por cuya gracia estoy encadenado, pero cada vez temo más porque todavía no soy perfecto; sin embargo, confío que vuestra oración me ayudará a perfeccionarme y así podré obtener aquella herencia que Dios me tiene preparada en su misericordia; a mí, que me he refugiado en el Evangelio, como si en él estuviera corporalmente presente el mismo Cristo, y me he fundamentado en los apóstoles, como si se tratara del presbiterio de la Iglesia.
Fuente: De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Filadelfios
(Cap. 1, 1–2, 1; 3, 2–5: Funk 1, 226-229)

lunes, 7 de octubre de 2013

PRUDENCIA DEL ALTER CHRISTUS

Imagen modificada por el autor de este blog


El pastor debe saber guardar silencio con discreción y hablar cuando es útil, de tal modo que nunca diga lo que se debe callar ni deje de decir aquello que hay que manifestar. Porque así como el hablar indiscreto lleva al error, así el silencio imprudente deja en su error a quienes pudieran haber sido adoctrinados. Porque con frecuencia acontece que hay algunos prelados poco prudentes, que no se atreven a hablar con libertad por miedo de perder la estima de sus súbditos; con ello, como lo dice la Verdad, no cuidan a su grey con el interés de un verdadero pastor, sino a la manera de un mercenario, pues callar y disimular los defectos es lo mismo que huir cuando se acerca el lobo.

Por eso el Señor reprende a estos prelados, llamándoles, por boca del profeta: Perros mudos, incapaces de ladrar. Y también dice de ellos en otro lugar: No acudieron a la brecha ni levantaron cerco en torno a la casa de Israel, para que resistiera en la batalla, en el día del Señor. Acudir a la brecha significa aquí oponerse a los grandes de este mundo, hablando con entera libertad para defender a la grey; y resistir en la batalla en el día del Señor es lo mismo que luchar por amor a la justicia contra los malos que acechan.

¿Y qué otra cosa significa no atreverse el pastor a predicar la verdad, sino huir, volviendo la espalda, cuando se presenta el enemigo? Porque si el pastor sale en defensa de la grey es como si en realidad levantara cerco en torno a la casa de Israel. Por eso, en otro lugar, se dice al pueblo delincuente: Tus profetas te predicaron cosas falsas y vanas, y no revelaron tu culpa para invitarte a penitencia. Pues hay que tener presente que en la Escritura se da algunas veces el nombre de profeta a aquellos que, al recordar al pueblo cuán caducas son las cosas presentes, le anuncian ya las realidades futuras. Aquellos, en cambio, a quienes la palabra de Dios acusa de predicar cosas falsas y vanas son los que, temiendo denunciar los pecados, halagan a los culpables con falsas seguridades y, en lugar de manifestarles sus culpas, enmudecen ante ellos.

Porque la reprensión es la llave con que se abren semejantes postemas: ella hace que se descubran muchas culpas que desconocen a veces incluso los mismos que las cometieron. Por eso san Pablo dice que el obispo debe ser capaz de exhortar y animar con sana instrucción y rebatir a los contradictores. Y, de manera semejante, afirma Malaquías: De la boca del sacerdote se espera instrucción, en sus labios se busca enseñanza, porque es mensajero del Señor. Y también dice el Señor por boca de Isaías: Grita a voz en cuello, sin cejar, alza la voz como una trompeta.

Quienquiera pues que se llega al sacerdocio recibe el oficio de pregonero, para ir dando voces antes de la venida del riguroso juez que ya se acerca. Pero, si el sacerdote no predica, ¿por ventura no será semejante a un pregonero mudo? Por esta razón el Espíritu Santo quiso asentarse, ya desde el principio, en forma de lenguas sobre los pastores; así daba a entender que de inmediato hacía predicadores de sí mismo a aquellos sobre los cuales había descendido.

Fuente: De la Regla pastoral de San Gregorio Magno, papa
(Libro 2, 4: PL 77, 30-31)